martes, 17 de mayo de 2011

Reflexiones a Bote Pronto: Redes Sociales y Lucha Política


    Estos días el panorama político y mediático anda un tanto agitado, y no porque las elecciones estén a la vuelta de la esquina. Un pequeño sismo sociopolítico se ha generado en las redes sociales y, de momento, ha fraguado en las manifestaciones que el día 15 se celebraron por toda la geografía española y en la acampada de la Puerta del Sol de Madrid, que esta madrugada fue levantada con las malas maneras que los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado nos tienen acostumbrados. Este movimiento respondió a varios trending topics de Twitter como #democraciarealya o #spanishrevolution.

    Este movimiento viene a evidenciar que no todo está perdido, que una parte de la sociedad no está completamente anestesiada y que puede ser que comience a despertar, especialmente la juventud. Porque, en definitiva, la juventud española actual va a ser la generación mejor preparada de la historia del país y, de no cambiar las cosas radicalmente, la primera generación de españoles que vivirá peor que sus padres sin que haya mediado un conflicto bélico que lo explique. Por supuesto, no sería lógico que una generación tan instruida y con tan oscuro futuro no tuviera ningún tipo de respuesta política, por difusa que esta sea.

    La revolución en el mundo de la comunicación con las webs 2.0, donde Facebook , Twitter y Youtube se convierten en herramientas básicas de socialización, están generando nuevos espacios virtuales que parecen suplantar antiguas estructuras de organización social. Y a su vez parecen generar espacios de absoluta igualdad en los cuales teóricos “no-líderes” dialogan, comparten y confrontan sus elaboraciones con los “no-liderados”. Así parece conformarse una Arcadia feliz virtual donde la igualdad es total y perfecta, un espacio donde por fin se hacen realidad los ideales de los revolucionarios liberales de antaño.

    Mediante estos mecanismos hemos asistido a los levantamientos populares en las dictaduras árabes y ahora estamos asistiendo en España a algo que no sabemos muy bien hacia dónde va, ni con qué propósito, ni con qué capacidad de desarrollo.  Y a pesar de ser fenómenos políticos muy diferentes, sí comparten algo más que las herramientas tecnológicas que les han favorecido su desarrollo.

    En ambos casos, como decía anteriormente, son espacios virtuales generados al margen de estructuras sociales tradicionales. Y en muchos casos no sólo ajenos, sino que declaradamente contrarios. En este caso nos referimos a las organizaciones políticas y sindicales, hasta hace bien poco fundamentales, si no únicas, protagonistas de la acción política. Primero vieron reducir su monopolio con la eclosión de las ONGs y ahora parece que pueden asistir a un más profundo proceso de erosión.

    Pero los procesos en los países árabes están demostrando que el hecho de que se sustituya la organicidad del movimiento no asegura la misma potencialidad. Porque la organicidad difusa que nos brindan las webs 2.0 nos crea una falsa idea de igualdad y democracia, que ante la falta de liderazgos evidentes se torna en ausencia de claridad en los objetivos. Es decir, no sólo es organicidad difusa, también es propuesta difusa. Así se está demostrando en los países árabes, dónde las revoluciones de Túnez y Egipto, carentes de objetivos claros, se están convirtiendo en poco más que un cambio de sistema de dominación para continuar con la misma, o muy similar, dominación.

    Y eso por no hablar de la evidente falta de democracia que supone este supuesto “no-liderazgo”, que realmente puede ser la falta de liderazgo evidenciable, pero no su ausencia. Y así pueden aparecer procesos similares al de Libia. Independientemente de que su nacimiento fuera autóctono o inoculado, lo que está claro es que hoy es un movimiento títere de los intereses de las potencias occidentales, demostrándose que, tras una supuesta espontaneidad, el anonimato de la web permite esconder el ejercicio de un oscuro liderazgo. Porque, en definitiva, el mero conocimiento de la herramienta tecnológica te pone en disposición de ejercer el liderazgo. Al contrario, las formas tradicionales, las organizaciones políticas, con todas sus deficiencias democráticas, al menos ejercen un liderazgo visible y, por tanto, evaluable, criticable e, incluso, combatible.

    Así llegamos al caso español. Antes de entrar en otro tipo de valoraciones, aclarar que lo considero un fenómeno positivo y moderadamente esperanzador. Pero adolece, a escala de la actual realidad política de España, de los errores que anteriormente significaba. Es más, los lleva orgullosamente como bandera. Ese discurso anti partidos, anti sindicatos, anti ideologías y anti políticos, que los mezcla sin ningún tipo de discriminación como si todos fueran lo mismo y ninguno fuera expresión de otro tipo de intereses, es síntoma de falta de reflexión política. Debemos comprender que ideologías, partidos y sindicatos son expresión de determinados intereses de clase y por tanto no son reducibles a un mínimo común denominador. Y significar como “políticos” sólo a los que ejercen esa actividad de manera profesional es dar por perdida la batalla, otorgándoles el monopolio de la dirección de la res pública, como si el resto de la sociedad no fuéramos políticos desde el momento en que pensamos en la comunidad.

    Profundizando en los fenómenos movilizadores que han acaecido en España en estos últimos días, parece que quedan claras dos cosas. En primer lugar, que estamos ante una expresión de rabia de una juventud que no se siente representada por la dirigencia política de las sociedades occidentales, cuyo programa político y económico es fruto de decisiones antidemocráticas y contraria a los intereses generales. Compartiendo esto, la concreción programática a la que se ha llegado deja mucho que desear. Fundamentalmente porque una vez leída la tabla reivindicativa se concluye que no se aspira a más que a reformar el capitalismo occidental, sin englobar sus reivindicaciones economicistas parciales dentro de una estrategia a más largo plazo. Siendo mejor lo que proponen que lo existente, la cortedad de miras denota como esa falta de ideología, que enarbolan como bandera, es causa de una absoluta falta de capacidad para interpretar el mundo más allá de las frustraciones personales contemporáneas. Por tanto, si realmente queremos generar espacios para nuevas formas de lucha hemos de saber por qué luchamos. Y para eso no es posible rechazar formulaciones ideológicas que, por muy tradicionales que a algunos les puedan parecer, son las únicas elaboraciónes teóricas que nos pueden orientar a la hora de definir objetivos realmente revolucionarios y que han guiado las luchas de los explotados durante siglo y medio. Y esto no creo que sea posible al margen de la afirmación de la lucha de clases. Al contrario, sin ideología no hay proyecto político transformador, y sin él no seremos más que una válvula de escape funcional al sistema.

    En segundo lugar, que estamos ante nuevas y poderosas herramientas para la acción política. Pero no debemos caer en la mitificación de lo que no es más que un instrumento en nuestras manos, aunque también en las de un enemigo mucho más poderoso. Y de la tremenda capacidad de movilización de estas nuevas tecnologías también deben darse cuenta los movimientos políticos históricos, si no quieren que la realidad virtual, en tanto que medio de socialización, sea pasto de la ideología dominante.

    Finalmente, la porosidad de la red, su anonimato y la desigualdad en el conocimiento tecnológico que impide el uso en condiciones de igualdad, cuando no el acceso por completo, son realidades que, en tanto en cuanto no se superen, obligan a traspasar las fronteras del mundo virtual para continuar en el real. Ahí está el ámbito en el cual podemos confrontar ideas, objetivos y liderazgos objetivables y reales, potenciando la participación y la democracia entre los que nos sentimos indignados.

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