domingo, 23 de octubre de 2011

Reflexiones a Bote Pronto: Elekciones en Argentina

    Hoy es día de elecciones en mi segunda patria, Argentina. No hay excesivas incógnitas en cuanto al resultado, ya que todas las encuestas apuntan a una victoria arrasadora de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que incluso convertiría en sorpresa la necesidad de recurrir a una segunda vuelta. Con una intención de voto que algunos llegan a situar hasta en el 55% del electorado y con un 16% que asignan a su más cercano perseguidor, el socialista y actual Gobernador de la Provincia de Santa Fe, Hermes Binner, el resultado parece inamovible.

    Esta previsión acaba por demostrar la inusitada fuerza de la actual Presidenta, puesta muy en cuestión cuando hace menos de un año fallecía su marido, el ex Presidente Néstor Kirchner. La esperada implosión del justicialismo ante la pérdida de un líder que consiguió mantener cierto grado de unidad en el partido, aunque no sin más de una sonada espantada, no sólo no se produjo, sino que el nido de víboras malavenidas que es el Partido Justicialista tampoco consiguió acabar con la carrera política de la actual Presidenta. Así, se demostraba la fuerza de una corriente política que algunos teorizan como el peronismo del siglo XXI, el kirchnerismo, y de su nueva líder.

    La realidad es que los gobiernos kirchneristas, tanto el de Néstor como el de Cristina, quizá sean de los más encuadrables dentro del corpus teórico de esa rara avis argentina llamada peronismo de los que ha habido desde la desaparición del propio Perón. Sus gobiernos, como los de Perón, se revistieron de un aura antioligárquica más retórica que práctica. Así todo, durante el kirchnerismo se recuperó la política social y la presencia del Estado en la economía nacional, a la vez que se configuró una política exterior soberana que ha generado más de una tensión con las potencias centrales. Este es parte del haber del matrimonio Kirchner, pero junto a esto, y al igual que ocurrió durante los gobiernos de Juan Domingo Perón, la extensión de la intervención estatal no fue acompañada de los necesarios controles, generándose una profundización de las prácticas corruptas que ponen en peligro el éxito de estas políticas. El alto grado de corrupción política, policial y sindical, por citar sólo tres de sus más graves facetas, seguramente sea el gran problema pendiente de resolución. El gobierno que decida afrontar verdaderamente esta realidad, que supone un saqueo constante de las arcas públicas y, por tanto, de los bolsillos de la ciudadanía,  conseguirá devolver Argentina al lugar que se merece.

    La política exterior puede que sea el mayor éxito del kirchnerismo. Tras largos años plegados a los intereses de imperialismo yankee, Kirchner puso la vista en su entorno latinoamericano para, pensando en los intereses comunes de la región, impulsar una política de integración. Con la colaboración de los nuevos líderes de izquierda que han ido alcanzando el poder en Sudamérica en los últimos años, el proceso arruinó el acuerdo de libre comercio impulsado por Estados Unidos (ALCA) y hoy tiene su máxima expresión en la UNASUR.

    Como decía, hoy seguramente asistiremos a una victoria arrasadora de Cristina Fernández de Kirchner. Pero puestos a especular sobre un escenario más favorable, aunque sin caer en quimeras, quizás lo mejor que pueda pasar es que la actual Presidenta tenga que afrontar una segunda vuelta con un candidato de la izquierda, y este parece que sólo puede ser Hermes Binner. Un ballotage que cambie la acostumbrada crítica derechista y oligarca por una crítica social y latinoamericanista podría acabar por hacer girar decididamente hacia la izquierda la actual política gubernamental. En todo caso, los argentinos deciden.

sábado, 22 de octubre de 2011

ETA Abandona la Lucha Armada

La sociedad española recibió con satisfacción y alivio el esperado anuncio de la organización terrorista. Se pone final a medio siglo de violencia política en Euskadi y se abre la puerta a la resolución definitiva y dialogada del conflicto vasco.

 

51 años después, con 829 muertos a sus espaldas y con más del 70% de su militancia en prisión, ETA pone punto y final a la lucha armada. Con inusitada claridad y sin su habitual lenguaje enrevesado, la banda anunciaba ayer que “ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada”, recalcando que este compromiso es “claro, firme y definitivo”.

El encargado de dar lectura al comunicado, según los expertos de las fuerzas de seguridad, ha sido David Pla, actual jefe de la banda terrorista. El anuncio se esperaba con gran expectación desde el lunes tras concluir la Conferencia Internacional de Paz, pero rebasó las expectativas del conjunto de la sociedad  española y de las fuerzas políticas y sociales, al hacerlo sin ningún tipo de condición ni exigencia. Únicamente reclama la apertura de un diálogo con los gobiernos de España y Francia para resolver “las consecuencias del conflicto” y afirma que “el respeto a la voluntad popular deben prevalecer sobre la imposición”, lo que se entiende como la demanda velada de una futura consulta de autodeterminación en el País Vasco.

Llama la atención la ausencia de reivindicaciones que se esperaba fueran parte del comunicado. No reclama ningún tipo de amnistía ni beneficio penitenciario para sus presos, ni hace mención a las históricas cuestiones de territorialidad al respecto de la integración de Navarra en el País Vasco.

En otro sentido, tampoco habla de entrega de armas ni de disolución, lo que tendrá que dilucidarse en un marco de negociación de las diferentes fuerzas políticas y sociales de Euskadi, que quizás necesite de la participación de mediadores. La resolución alcanzada por la Conferencia Internacional de Paz de San Sebastián, que incluye un ofrecimiento para continuar la mediación internacional, reúne para ETA “los ingredientes para un solución integral del conflicto”.

SATISFACCIÓN GENERALIZADA

El conjunto de los líderes políticos, tanto españoles como vascos, se felicitaron por las noticias provenientes de la banda armada. El primero de ellos fue el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que señalaba que “con la contención a que nos obliga la historia, vivamos hoy la legítima satisfacción por la victoria de la democracia y la ley”. En el mismo sentido se manifestaba el candidato socialista a las próximas elecciones del 20 de Noviembre, Alfredo Pérez Rubalcaba, para el que “hoy es un día para celebrar la gran victoria de la democracia”.

Igualmente se felicitó el líder de la oposición y candidato conservador, Mariano Rajoy, llegando a sorprender al asegurar que “este anuncio se ha hecho sin ningún tipo de concesión política”. De esta manera desechaba la posibilidad de utilizar el acontecimiento para seguir incidiendo en el desgaste del gobierno de Zapatero, dando a entender su perfecto conocimiento del proceso y asumiendo la responsabilidad en la gestión final de la paz que probablemente caerá en sus manos tras la cita electoral.

El Lehendakari (Presidente vasco) Patxi López, desde Nueva York en viaje institucional, anunciaba su inmediato regreso al País Vasco y el inicio de contactos con todas las fuerzas políticas para analizar el nuevo escenario que se acababa de configurar. También Gerry Adams, Presidente del Sinn Fein (brazo político del IRA),  manifestó su satisfacción por el anuncio y recordó que Batasuna aún está “ilegalizada y que líderes como Arnaldo Otegi, quien está totalmente comprometido, en mi opinión, con la paz, están presos”.

También manifestó su satisfacción la izquierda abertzale (independentista), que esta misma mañana declaraba en rueda de prensa, por boca de Rufi Etxeberría, que “la banda ha respondido de lleno a lo que el lunes le pedía la Conferencia Internacional y ahora son España y Francia quienes tienen que mover ficha” porque “el cierre del ciclo armado no trae la solución del conflicto, se necesita una solución política”.

La nota discordante vino desde las asociaciones de víctimas del terrorismo que reclaman la entrega de armas, la disolución de ETA, la puesta a disposición de la justicia de sus integrantes y la solicitud de perdón a las víctimas. En este sentido, el Presidente de Voces Contra el Terrorismo, Francisco José Alcaraz, manifestaba que el comunicado “es fruto de un proceso soterrado” en cuyo final “los vencidos son las víctimas y las vencedores los asesinos de ETA”.

UN COMUNICADO INMINENTE

Los acontecimientos que hacían prever está conclusión comenzaron a precipitarse de manera vertiginosa hace poco menos de un mes. El 24 de Septiembre el Colectivo de Presos de ETA anunciaba sumarse al “Acuerdo de Gernika” por el que se solicita a la banda el cese de su actividad armada. Este anuncio ya parecía definitivo entonces, al ser este un colectivo que nunca ha renunciado a su pertenencia a ETA y que supone más del 70% de su militancia. Así parecían vislumbrase las conclusiones del debate interno que se desarrollaba en ETA sobre la conveniencia de la continuidad de la lucha armada.

Días después se creaba la Comisión Internacional de Verificación del alto el fuego liderada por el sudafricano Brian Currin, a lo que sucedería el anuncio de disolución del aparato político de ETA (Ekin) y el anuncio de colaboración con la comisión por parte de la banda terrorista.

La Conferencia Internacional de Paz celebrada en San Sebastián el día 17 parece que ha sido el empujón definitivo. Bajo el auspicio de la Comisión de Internacional de Verificación y con la participación de destacados líderes internacionales como el ex Secretario General de la ONU, Kofi Annan, el Presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, y el Jefe de Gabinete de Tony Blair, Jonathan Powell, se reunieron múltiples actores políticos y sociales vascos, con la única ausencia destacable del conservador Partido Popular. La resolución alcanzada en la que se pide el “cese definitivo de la actividad armada” y la apertura de un diálogo con los gobiernos de España y Francia, establece un marco que facilita la decisión definitiva que ayer comunicó ETA.

Para rematar el escenario, el martes la izquierda abertzale anunciaba su adhesión a la resolución de la conferencia y el miércoles lo hacían otras tres figuras internacionales: Jimmy Carter, Tony Blair y el senador George Mitchell. En este momento el anuncio ya parecía inminente.

UN CALCULADO MOMENTO

El momento elegido por ETA no es casual. Evidentemente, parte de una situación interna prácticamente calamitosa, acosada por constantes golpes policiales, con una cúpula cada vez más joven e inexperta y un colectivo de presos que la dirigencia ya no controla. En su lugar, ha crecido la influencia del discurso contrario a la continuidad de la lucha armada que la izquierda abertzale mantiene con Arnaldo Otegi a la cabeza. Esta postura ganó fuerza tras las fracasadas negociaciones de 2006, a las que ETA puso final con el atentado en la terminal T4 del aeropuerto de Barajas.

Pero el marco electoral en el que se da no es gratuito. No cabe duda que este anuncio supondrá un impulso electoral fortísimo a la nueva coalición de la izquierda independentista vasca (Amaiur), cuyo peso en las instituciones tendrá influencia en la negociación y resolución definitiva del conflicto.

Igualmente, el momento político a caballo entre dos gobiernos, que casi con total seguridad tendrán signo político diferente, supone implicar a los dos grandes partidos del arco político español en la solución. Por un lado, el Partido Socialista, en cuyo gobierno se da el impulso inicial al proceso y que, a pesar de negar reiteradamente que exista cualquier tipo negociación, difícilmente puede pensarse que no tenga ninguna participación en la construcción del actual escenario. Y por otro, el conservador Partido Popular, que tras su casi segura victoria en las elecciones del 20 de Noviembre, se verá obligado a llevar a buen puerto un proceso histórico largamente añorado, para lo cual no tendrá otra alternativa que la negociación. Este escenario podría ser interpretado por ETA como una garantía de cara a alcanzar una mejor posición negociadora frente al Estado.

Cabría especular sobre la influencia que el comunicado de ayer puede tener en las expectativas electorales de los dos grandes candidatos a la Presidencia del Gobierno. Es de esperar que el Partido Socialista obtenga algún rédito, especialmente porque su candidato fue el jefe de la lucha antiterrorista hasta el pasado mes de Julio como Ministro del Interior, pero un ningún caso se producirá un vuelco en los sondeos. En primer lugar, porque el terrorismo, que durante muchos años fue la mayor preocupación de la sociedad española, hoy ocupa el lugar 17 según los estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas. En segundo lugar, porque la ventaja que los sondeos dan a Mariano Rajoy sobre Alfredo Pérez Rubalcaba supera el 14%, una distancia difícilmente salvable.

El mayor contratiempo para Mariano Rajoy podría venir desde sus propias filas. Su sorprendente declaración de ayer, muy en sintonía con el gobierno, no ha sentado bien entre los sectores más duros del Partido Popular, que acusan al gobierno de plegarse a los deseos de la banda terrorista. En esta línea, el eurodiputado y ex Ministro del Interior del gobierno Aznar, Jaime Mayor Oreja, declaraba hoy mismo que el comunicado es el pago de la banda terrorista a un Gobierno que ha hecho "importantes concesiones", con "apariencia de final, sin final definitivo".

LA GESTIÓN DE LA PAZ

El próximo gobierno español, que seguramente liderará Mariano Rajoy, tendrá que afrontar un proceso de negociación, ya sea directamente con ETA o con las fuerzas políticas y sociales vascas, en el que tendrá que dar respuesta a varias reivindicaciones que se pondrán sobre la mesa. En este nuevo escenario se planteará la incongruencia de la ilegalidad del partido de la izquierda abertzale (Sortu) y del mantenimiento en prisión de diversos miembros del antiguo partido Batasuna, especialmente de su dirigente Arnaldo Otegi, quien está llamado a ser un actor fundamental en la resolución definitiva del conflicto.

Igualmente, tendrá que abordar la situación de los presos, sobre los que se reclamará el acercamiento a prisiones del País Vasco y la obtención de beneficios penitenciarios. Frente a esto, tendrá que arrancar compromisos de entrega de armas y disolución en unos plazos razonables que permitan visualizar el proceso como un éxito y evitar eventuales retrocesos o escisiones en la banda.

Por último, la reconciliación con las víctimas se aventura muy complicada. La mayoría de las asociaciones en las que se agrupan rechazan totalmente el actual proceso y exigirá una gran labor de explicación su implicación en la resolución definitiva. Este paso se antoja fundamental antes de poder hablarse de una futura reconciliación.

En todo caso, parece que España ha conseguido cerrar otro capítulo negro de su historia. Puede que ayer fuera el día en el que por fin concluyó la transición política que comenzó con la muerte de Francisco Franco en 1975. Incluso probablemente ayer haya finalizado un ciclo de violencia política que ha desangrado España desde el inicio de la Guerra Civil en 1936.

jueves, 13 de octubre de 2011

Reflexiones a Bote Pronto: Nación Cascos

    Esta reflexión de hoy no va a gustar a muchos. Así todo, no puedo dejar de llamar la atención sobre lo que me parece un fenómeno político de lo más extraño y que está teniendo lugar en Asturias en estas últimas semanas. A saber, la confluencia de la izquierda nacionalista asturiana y el Gobierno del Principado de Asturias bajo la presidencia de Francisco Álvarez-Cascos. Producto de mi imaginación dirán unos, consecuencia de mi españolismo dirán otros o una elucubración más de mi animadversión por los nacionalismos. Ya lo pongo yo por delante para vacunarme de antemano y, por supuesto, negarlo de plano.

    La tremenda visión política del ex Ministro de Fomento ya apuntó maneras en este sentido durante la campaña electoral, vistiéndose con cierto discurso regionalista un tanto exagerado, que estoy seguro que atrajo a más de un llamativo voto, tanto de la izquierda como del nacionalismo. Para ello evitó rodearse de un equipo excesivamente marcado políticamente hablando, apostando por técnicos provenientes de muy diversos campos, y explotando su enfrentamiento con la dirección del Partido Popular como si de resistencia asturianista frente a un extraño opresor se tratara.

    Ahora los acontecimientos llegan a un punto rayano con lo kafkiano. Primero, a consecuencia del conflicto con la televisión autonómica. Al margen de otras consideraciones que no es motivo de atención en este artículo, la realidad es que hoy están en peligro más de 700 puestos de trabajo por el recorte presupuestario. Y en medio de este conflicto laboral, extrañamente se reactiva una campaña reivindicando una mayor presencia de la llingua asturiana en la televisión pública de la región. No le falta razón a la reivindicación, pero el tempo político ha cambiado y la prioridad hoy debería ser el drama social que se cierne sobre un importante número de trabajadores de la comunicación y sus familias.

    En segundo lugar, en relación con el centro cultural Niemeyer de Avilés. La batalla abierta por el gobierno regional con la fundación del centro dudo mucho que esté motivada por la mejora de su gestión, la búsqueda de la excelencia en sus contenidos o la transparencia en la gestión de sus recursos. Es un problema de control político, como también lo es, en definitiva, en la RTPA. Curiosamente, volvemos a ver como se reactivan, de manera considerabilísima, las reivindicaciones de orientación asturiana en el diseño de la programación del centro por parte de la izquierda nacionalista. A su vez, dejan de lado cualquier crítica posible al gobierno actual para centrarse en retomar las críticas al gobierno socialista anterior. Críticas no desacertadas, pero extemporáneas, ya que ahora es Cascos y no otra persona quien debería tener una política cultural que permita, al menos, intuir por dónde irá su gestión.

    Así las cosas, en lo concreto, en el cómo operan los actos y a quién benefician los hechos, hoy la izquierda nacionalista asturiana abona los campos en los que siembra el ex Ministro de Fomento. Quizás sea porque, ante todo, se quiere combatir al PSOE, que motivos hay, pero dudo mucho que en esa batalla valga una confluencia con las fuerzas conservadoras. Los habrá que piensen que contra el PSOE vivíamos mejor… y quizás también sea cierto.

    Lo más curioso, incluso triste para alguien que como el que suscribe no es nacionalista pero tiene un tremendo cariño por Asturias y su cultura popular, es que los que deberían ser los más sensibles con la cultura asturiana, es decir, los nacionalistas, acaben por apuntalar el regionalismo covadonguista, aquel que perfectamente integró el franquismo y que poco o nada tiene de popular. En definitiva, no cabe más que concluir una tremenda desorientación en la izquierda nacionalista asturiana, que no por no ser la única izquierda desorientada está más justificada. Quizás busque desesperadamente un espacio político que no acaba de superar la marginalidad. Y aunque siempre se ha dicho que la política hace extraños compañeros de cama, en este caso debería andarse con cuidado no vaya a ser que acabe sufriendo el abrazo del oso. Un final muy asturiano, cual Favila, pero final en definitiva.

martes, 4 de octubre de 2011

El Peronismo

    Hoy el diario español El Mundo, ante la cercanía de las elecciones argentinas, publica un artículo sobre el peronismo firmado por Ramy Wurgaft. Desconozco al autor y su obra, pero en este caso en absoluto responde a la pregunta del título "¿Qué es el peronismo?". Poco más nos aporta su lectura que alguna que otra anécdota y una serie de tópicos, para los cuales no es necesario un estudio muy exhaustivo de un fenómeno muy particular que siempre llamó mi atención. En todo caso, pueden comprobarlo por si mismos en este enlace:

    http://www.elmundo.es/america/2011/09/30/noticias/1317346438.html

    Hasta el momento, la caracterización más plausible que he encontrado es la que hace el sociólogo marxista Silvio Frondizi, vinculado al Partido Revolucionario de los Trabajadores, asesinado por la Alianza Argentina Anticomunista (Triple A) en 1974. La reproduzco a continuación.


EL PERONISMO

    Para nosotros, el peronismo ha sido la tentativa más importante y la única de realización de la revolución democrático-burguesa en la Argentina, cuyo fracaso se debe a la incapacidad de la burguesía nacional para cumplir con dicha tarea.

    A través de su desarrollo, el peronismo ha llegado a representar a la burguesía argentina en general, sin que pueda decirse que ha representado de manera exclusiva a uno de sus sectores —industriales o terratenientes. Dicha representación ha sido directa, pero ejercida a través de una acción burocrática que lo independizó parcial y momentáneamente de dicha burguesía. Ello le permitió canalizar en un sentido favorable a la supervivencia del sistema, la presión de las masas, mediante algunas concesiones determinadas por la propia imposición popular, la excepcional situación comercial y financiera del país, y las necesidades demagógicas del régimen. Precisamente, la floreciente situación económica que vivía el país al término de la segunda gran guerra, constituyó la base objetiva para la actuación del peronismo. Este contó, en su punto de partida, con cuantiosas reservas acumuladas de oro y divisas, y esperó confiadamente que la situación que las había creado mejorara constantemente, por la necesidad de los países afectados por la guerra y por un nuevo conflicto bélico que se creía inminente.

    Una circunstancia excepcional y transitoria más, contribuyó a nutrir ilusiones sobre las posibilidades de progreso de la experiencia peronista. Nos referimos a la emergencia de una especie de interregno en el cual el imperialismo inglés vio disminuir su control de la Argentina, sin que se hubiera producido todavía el dominio definitivo y concreto del imperialismo norteamericano sobre el mundo y sobre nuestro país. Ello posibilitó cierto bonapartismo internacional —correlativo al que se practicó en el orden nacional—, y engendró en casi todas las corrientes políticas del país grandes ilusiones sobre las posibilidades de independencia económica y de revolución nacional.

    La amplia base material de maniobras permitió al gobierno peronista, en primer lugar, planear y empezar a realizar una serie de tareas de desarrollo económico y de recuperación nacional, con todas las limitaciones inherentes a un intento de planificación en el ámbito capitalista. La estructura tradicional de la economía argentina no sufrió cambios esenciales; las raíces de su dependencia y de su deformación no fueron destruidas. Al agro no llegó la revolución, ni siquiera una tibia reforma. Fueron respetados los intereses imperialistas, a los cuales incluso se llamó a colaborar, a través de las empresas mixtas. Tampoco se hicieron costear las obras de desarrollo económico al gran capital nacional e imperialista. El Primer Plan Quinquenal, en la medida, que se realizó, fue financiado, ante todo, con los beneficios del comercio exterior. Por otra parte, a consecuencia de una serie de factores, aquella fuente primordial de recursos pronto se tornó insuficiente, y debió ser complementada con las manipulaciones presupuestarias y el inflacionismo abierto. A través de la inflación, los costos de la planificación económica peronista no tardaron en recaer también sobre la pequeña burguesía y el proletariado de las ciudades.

    Pero durante su primer periodo de expansión y euforia, el peronismo tuvo también realizaciones en los distintos aspectos de la economía. En materia de transportes, se nacionalizaron los ferrocarriles y se incorporó nuevo material; la marina mercante argentina fue aumentada en sus efectivos y en el tonelaje total transportado. Hacia la misma época se fue dando gran impulso a la aviación, se completó la nacionalización de puertos, etcétera. 

    Otra realización recuperadora del peronismo en su periodo de auge ha sido la repatriación de la deuda pública externa. Se pretendió solucionar el problema de la energía en general y del petróleo en particular, pero sin atacar las cuestiones de fondo. Se tomaron una serie de medidas favorables a la industria y se apoyaron los rudimentos de una industria pesada estatizada, heredados del gobierno precedente, aumentando la participación estatal en la industria. La intervención directa del Estado en la industria tuvo una doble finalidad: tomar a su cargo tareas económicas necesarias que la endeble burguesía nacional no era capaz de realizar por sí sola y proporcionar a la burocracia bonapartista un nuevo resorte de poder y una importante fuente adicional de beneficios. La generosidad del crédito estatal fue otra de las formas de favorecer al capitalismo nativo-extranjero. El mantenimiento de un grado apreciable de paz social ha sido una de las contribuciones más importantes del Estado peronista a la prosperidad de la burguesía agroindustrial argentina durante el primer periodo de expansión. La propia prosperidad general fue factor fundamental en la atenuación transitoria de las luchas clasistas argentinas. A ello se agregó la acción del Estado, que por un lado promovía una política de altos salarios, a la vez que subsidiaba a las grandes empresas para evitar que éstas elevaran exageradamente sus precios, y por otra parte encerraba a los trabajadores en un flexible pero sólido y eficiente mecanismo de estatización sindical.

    Este balance realizado —que es nuestra posición desde hace varios años— nos ha evitado caer en los dos tipos de errores cometidos respecto al peronismo: la idealización de sus posibilidades progresistas, magnificando sus conquistas y disimulando sus fracasos, y, por el otro lado, la crítica negativa v reaccionaria de la "oposición democrática", que, v.gr., tachó al peronismo de fascismo.

    El resultado de tal balance es la entrega del capitalismo nacional al imperialismo, a través de su personero gubernamental, el peronismo. En efecto: transcurridos los primeros años de prosperidad, entró a jugar con toda fuerza el factor crítico fundamental de los países semicoloniales: el imperialismo. Este logró por diversos medios (dumping, relación de los términos de intercambio, etcétera) ir estrangulando paulatinamente a la burguesía nacional y su gobierno. Los diversos tratados celebrados con el imperialismo —verdaderamente lesivos para el país— culminaron el proceso de entrega. En fin, el balance de la experiencia nacional-burguesa del peronismo ha sido la crisis: estancamiento y retroceso de la industria, la caída de la ocupación industrial y de los salarios reales, el crónico déficit energético, la crisis de la economía agraria y del comercio exterior, la inflación, etcétera.

    Yendo ahora a su aspecto político, el rasgo fundamental del peronismo estuvo dado por su aspiración de desarrollar y canalizar simultáneamente la creciente presión del proletariado en beneficio del grupo dirigente primero y de las clases explotadoras luego. De aquí que nosotros hayamos calificado al peronismo como bonapartismo, esto es, una forma intermedia, especialísima de ordenamiento político, aplicable a un momento en que la tensión social no hace necesario aún el empleo de la violencia, que mediante el control del aparato estatal tiende a conciliar las clases antagónicas a través de un gobierno de aparente equidistancia, pero siempre en beneficio de una de ellas, en nuestro caso la burguesía.

    El capitalismo, frente a la irrupción de las masas populares en la vida política, y sin necesidad inmediata de barrer con la parodia democrática que la sustenta, trata de canalizar esas fuerzas populares. Para ello necesita favorecer, por lo menos al comienzo, a la clase obrera con medidas sociales, tales como aumento de salario, disminución de la jornada de trabajo, etcétera. Pero como estas medidas son tomadas, por definición, en un periodo de tensión económica, el gran capital no está en condiciones materiales y psicológicas de soportar el peso de su propia política. Lógico es, entonces, que lo haga incidir sobre la clase media, la que rápidamente pierde poder, pauperizándose. Con ello se agrega un nuevo factor al proceso de polarización de las fuerzas sociales.

    La política de ayuda obrera referida se realiza, en realidad, en muy pequeña escala, si es que alguna vez se realiza, dándosele apariencia gigantesca por medio de supuestas medidas de todo orden.

    Las consecuencias de este demagogismo son fácilmente previsibles: dislocan aún más el sistema capitalista, anarquizándolo y por lo tanto, acelerando su proceso crítico. Además, la política demagógica relaja la capacidad de trabajo de los obreros, lo que explica que cuando el capitalismo necesita readaptarlos para el trabajo intenso, tenga que emplear métodos compulsivos. Ésta es una nueva causa que explica el totalitarismo y una nueva demostración de que, en el actual periodo, el Estado Liberal carece tanto de posibilidad como de valor operativo.

    El proceso demagógico presenta algunos resultados beneficiosos, particularmente en el orden social y político. Al apoyarse en el pueblo, desarrolla la conciencia de clase política del obrero. Creemos que el aspecto positivo fundamental del peronismo está dado por la incorporación de la masa a la vida política activa; en esta forma la liberó psicológicamente. En este sentido Perón cumplió el papel que Yrigoyen en relación a la clase media. Hizo partícipe al obrero, aunque a distancia, en la vida pública, haciéndole escuchar a través de la palabra oficial el planteamiento de los problemas políticos de fondo, tanto nacionales como internacionales. 

    Estos aspectos representados por el peronismo fueron los que lo volvieron peligroso a los ojos del gran capital De aquí que nosotros hayamos dicho en el primer tomo de La realidad argentina, escrito en 1953, que Estados Unidos "necesita un gobierno de personalidades más formales" que las peronistas, permitiéndonos predecir "que llegado este momento (de profundas convulsiones sociales) el general Perón, instrumento del sistema capitalista en una etapa de su evolución, será desplazado".

    La pérdida de la base material de maniobra del país y del peronismo restó a éste la posibilidad de continuar con su política, y fue la que condujo, en última instancia, a su caída. 

    La acusación de fascismo lanzada contra el régimen peronista carece de tanto fundamento como la posición que consideró a éste un movimiento de liberación nacional. Para demostrar que el mismo fue bonapartista y no fascista, será suficiente con indicar que se apoyó en las clases extremas, gran capital y proletariado, mientras la pequeña burguesía y en general la clase media, sufrió el impacto económico-social de la acción gubernamental.

    Por el contrario, en el fascismo, la fuerza social de choque del gran capital, está constituida por la pequeña burguesía. Esta circunstancia explica que las persecuciones contra el proletariado bajo el régimen fascista, encierren tanta gravedad, ya que la acción represiva está a cargo de toda una clase. Es necesario distinguir entre dictadura clasista y dictadura policial.

    La torpe y reaccionaria acusación de fascismo, partió de la Unión Democrática, de triste recuerdo. Las fuerzas más oscuras de la política argentina, coaligadas en la Unión Democrática, en la que no faltó el apéndice izquierdista, no quisieron o no supieron comprender en su hora toda la importancia del nuevo fenómeno representado por el peronismo, y de su desprestigio e incapacidad cosechó éste para conquistar el poder. Así, nosotros pudimos predecir el triunfo del coronel Perón, en nuestro trabajo "La crisis política argentina".

    El gran odio que le profesó la "oposición democrática" se debió a que su régimen destapó la olla podrida de la sociedad burguesa, mostrándola tal cual es. La juridicidad burguesa y la sacrosanta Constitución Nacional perdieron su virginidad poniendo al descubierto su carácter de servidoras de una situación. Se destruyó la unidad del ejército y se colaboró en la descomposición de los partidos políticos, etcétera. En efecto, no fueron los rasgos negativos del peronismo los que verdaderamente separaban a la "oposición democrática", como se ha visto después: el aventurerismo y la corrupción política, administrativa, etcétera, la "pornocracia"; la estatización y burocratización del movimiento obrero; la legislación represiva, hoy en vigor con más fuerza que nunca, etcétera. Asimismo, con la caída de Perón no se trató de corregir esos defectos, sino terminar con los excesos, de su demagogismo, demasiado peligroso ya en un periodo de contracción económica. El golpe de Estado de 1955 cumple ese objetivo del gran capital nativo-extranjero.

domingo, 2 de octubre de 2011

Reflexiones a Bote Pronto: Terrorismo Mediático en la Derecha Española

    Nunca hemos estado tan cerca del final de ETA como hoy y es más que probable que mañana estemos aún más próximos. Los acontecimientos de esta semana se han sucedido de manera vertiginosa, más rápido de lo que las predicciones más optimistas pudieran haber esperado, incluidas las de un servidor. Primero fue el anuncio de incorporación al Acuerdo de Gernika por parte del colectivo de presos de ETA (EPPK), paso que considero definitivo en tanto en cuanto supone al menos el 80% de la actual militancia de la organización armada. Después se sucedieron la constitución de la Comisión Internacional de Verificación, la disolución del aparato político de ETA (Ekin) y el anuncio, mediante comunicado de la banda armada, de su disposición a colaborar con la Comisión de Verificación. Asimismo, el Lehendakari Patxi López verbalizó los pasos que el gobierno podría estar dispuesto a dar. Digo verbalizar porque, a pesar de la constante negación de la negociación por parte del Estado, estoy plenamente convencido de que esta existe y me felicito por ello.

    Pero es evidente que el proceso, a pesar de considerarlo irreversible, va a tener que superar momentos complicados. Ya llevamos muchos meses viendo a uno de los sectores interesados en su descarrilamiento haciendo campaña constante. Y cuanto más avanza el proceso, cuanto más cerca de la solución se está, más ferozmente la maquinaria propagandista de la derecha y la ultraderecha vierten sus manipulaciones habituales, cuando no sus descaradas mentiras, en uno de los ejercicios de intoxicación más viles y con intereses más abyectos que se recuerdan desde el final de la dictadura. Así hoy, dándose un paseo por la prensa de la derecha, vemos titulares del siguiente tipo:

    El Mundo: “ETA vende su comisión de verificación y la caducidad de Ekin como concesiones”.

    La Razón: “ETA responde a Patxi López y exige verificar la tregua a su medida”.

    ABC: “ETA ofrece la disolución de Ekin para dar una baza electoral al PSOE”.

    La Gaceta: “Las víctimas revelarán en un informe las vinculaciones de Bildu con el mundo de ETA”.

    Si nos retrotraemos años atrás y analizamos la historia de ETA y de la derecha más ultra española, la sorpresa se reduce a la vez que crece la indignación personal. Lo cierto es que la estrategia terrorista de ETA ha servido durante décadas a los intereses políticos de la derecha conservadora española y hoy esta está a punto de perder un histórico aliado a la hora de alcanzar o apuntalar su poder político. Una vez más, la miseria moral de la derecha española se pone de manifiesto. Al igual que en su día nos llevó a 3 años de guerra y 40 de dictadura, ahora se alía con los sectores más duros de ETA para mantener la muy moderna guerra contra el terror en versión casera, que es mucho más efectiva a la hora de amedrentar a los votantes que las lejanas invasiones bajo mando yankee. Por suerte, confío en que esta vez no se saldrán con la suya.