martes, 22 de noviembre de 2011

España da Todo el Poder a Mariano Rajoy

Los conservadores españoles obtienen una contundente victoria por mayoría absoluta. El Partido Socialista sufre la peor derrota de toda la actual etapa democrática. El anuncio del abandono de la lucha armada de ETA lleva a la izquierda abertzale a los mejores resultados de su historia. Analizamos los retos inmediatos de vencedores y vencidos.



El conservador Partido Popular ha conseguido una amplia mayoría que le permitirá gobernar España en solitario durante los próximos 4 años. El partido liderado por Mariano Rajoy, que será el próximo Presidente del Gobierno, ha obtenido 10’8 millones de votos que suponen el 44’6% del electorado y le reportan 186 diputados, 10 más de los que marcan la mayoría absoluta. Por su parte, el Partido Socialista de Alfredo Pérez Rubalcaba, ha sido respaldado por casi 7 millones de electores, el 28.7% de los votos, lo que le concede 110 diputados.

Este resultado, el mejor de la historia de los conservadores, se fundamenta en la debacle del Partido Socialista que, a su vez, ha cosechado sus peores resultados en el actual periodo democrático. Mientras que el Partido Popular ha incrementado sus votos en poco más de medio millón, los socialistas han perdido 4’3 millones con respecto a las elecciones de 2008, lo que demuestra un fuerte castigo del electorado de izquierda que se ha decantado por opciones minoritarias o por la abstención, el voto en blanco o el voto nulo.

Otras fuerzas que han salido reforzadas de la convocatoria electoral de ayer son la derecha nacionalista catalana de Convergencia i Unió (CiU), que alcanza los 16 diputados; la coalición Izquierda Unida (IU), que pasa de 2 a 11; Unión, Progreso y Democracia (UPyD) de la ex socialista Rosa Díez, que pasa de 1 a 5 diputados; y la nueva coalición de la izquierda independentista vasca Amaiur, que entra con fuerza en el Congreso de los Diputados con 7 en las primeras elecciones sin violencia por parte de ETA.

De esta manera, la práctica totalidad del territorio español está dominado por el Partido Popular, con la excepción de Cataluña, donde vence CiU, y el País Vasco, dónde la coalición en la que participa la izquierda abertzale se ha convertido en la primera fuerza política en número de diputados. El PSOE únicamente mantiene la mayoría en las provincias de Sevilla y Barcelona.

El candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, reconocía su derrota poco después de las 10 de la noche, en una comparecencia en la que declaraba que “el PSOE no ha tenido unos buenos resultados, hemos perdido claramente las elecciones”. Pero desde ese mismo momento asumía el rol opositor y se comprometía a trabajar en defensa de los “derechos y seguridades básicas que cohesionan” la sociedad, dando a entender que el gobierno del Partido Popular supondrá un retroceso a nivel social.

Por su parte, un comedido Mariano Rajoy comparecía con un discurso integrador en el que afirmaba que "gobernaré al servicio de España y de los españoles, procurando que, por ninguna circunstancia, nadie se sienta excluido de la tarea común". Intentaba así calmar las voces más críticas que prevén un paquete de medidas antisociales de ajuste en los primeros meses de gobierno del líder conservador.

LOS RETOS DE RAJOY

La dura crisis económica que atraviesa Europa adquiere tintes dramáticos en España a nivel laboral con 5 millones de desempleados. Esto, junto con las medidas de ajuste que ha adoptado el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ha sido lo que ha aupado al poder a Mariano Rajoy. Esta situación ya dibujaba un escenario tremendamente favorable a los intereses electorales de los conservadores españoles. Pero la cita a las urnas se fue a dar en el peor momento de la crisis, con un ataque especulativo de los mercados sobre la deuda soberana española durante los días previos. Así, la prima de riesgo española alcanzaba niveles record los días 17 y 18 y se situaba en zona de rescate, allanando aún más el camino de Rajoy hacia el Palacio de la Moncloa.

Pero la calamitosa situación de económica será ahora una dura labor a la que Mariano Rajoy deberá dar respuesta. Desde ya habrá que estar muy atento al comportamiento de los mercados financieros para ver cómo es recibido el cambio político en España, ya que la amenaza de intervención pende sobre la economía española. Los expertos confían en una relajación de los ataques especulativos gracias al resultado electoral, pero de no ser así el nuevo gobierno podría tener que enfrentarse a un recrudecimiento de la crisis económica desde su primer día en el poder.

Además, toda la sociedad española urge medidas que consigan revertir el constante proceso de destrucción de puestos de trabajo. Una tasa de desempleo del 21%, que llega a alcanzar el 46% entre la juventud, un millón de parados de larga duración y el millón y medio de familias con todos sus miembros sin trabajo exigen respuestas inmediatas. Empleo, reactivación económica, reducción del déficit público y control de la deuda han sido los ejes de una campaña ambigua que ahora Rajoy deberá afrontar.

Durante la campaña electoral se acusó al que será el próximo Presidente del Gobierno de tener un discurso conscientemente ambiguo. Tras esta estudiada ambigüedad existiría un programa oculto de recorte de prestaciones sociales, desmantelamiento de servicios públicos y desregularización laboral, en la línea que la Unión Europea está exigiendo a otros países con situaciones económicas complicadas como Grecia, Portugal e Italia. El propio Rajoy declaraba el jueves que “habrá que recortar en todo” excepto en las pensiones y que “será prioritario cumplir con los compromisos que España ha asumido en Bruselas”. Las medidas más duras podrían llegar en los primeros meses de gobierno, calificándolas como inevitables y justificándolas por la situación heredada del gobierno de Zapatero.

Otro aspecto clave de su gestión será lograr la consolidación del final definitivo de la violencia terrorista. Los avances alcanzados durante los últimos meses del gobierno de Zapatero le obligarán a desarrollar una extraordinaria capacidad de negociación. Esta será la manera de evitar una eventual ruptura del proceso a causa de la adopción de posiciones maximalistas provenientes de los sectores más duros de su partido. Así, en un muy breve plazo, deberá ir dando respuesta a ciertas demandas como son el acercamiento de presos de ETA a cárceles del País Vasco, una flexibilización de la política de beneficios penitenciarios que permita acceder a ellos más fácilmente y la salida de la cárcel de dirigentes de la antigua Batasuna que son actores fundamentales del proceso, especialmente Arnaldo Otegi. Los buenísimos resultados de la coalición de la izquierda independentista vasca Amaiur, le han reportado un buen número de diputados que serán un acicate parlamentario constante que exigirá a Rajoy compromisos claros.

Igualmente, un aspecto que marcará el tono del gobierno de Mariano Rajoy, será su actitud al respecto de determinadas legislaciones a las que se ha opuesto en los últimos tiempos. Entre ellas destacan la ley de memoria histórica, la nueva ley de aborto o el matrimonio homosexual. Los sectores más duros de su partido y la Iglesia Católica le presionarán para avanzar en su derogación.

EL FUTURO DEL PARTIDO SOCIALISTA

Una de las incógnitas que se abre es cuál será el futuro del PSOE. El batacazo electoral obliga a los socialistas españoles a iniciar un proceso de reflexión interna que permita poner al partido en situación de comenzar a ganar terreno a los conservadores. El candidato Alfredo Pérez Rubalcaba, en la comparecencia en la que reconoció su derrota, ya anunció que había pedido al Secretario General del partido, José Luis Rodríguez Zapatero, la convocatoria de un Congreso Federal para definir el futuro de la organización.

Desde el momento en que los datos anunciaban la histórica derrota del PSOE, las elucubraciones al respecto se dispararon. Todas las miradas se han puesto en la catalana Carme Chacón, quien renunció a presentarse a las primarias socialistas en beneficio de Alfredo Pérez Rubalcaba, pero que ahora podrían enfrentarse por la Secretaría General del partido. La actual Ministra de Defensa tiene muchas opciones de convertirse en la nueva líder de los socialistas españoles, insuflándoles fuerzas renovadas que puedan llevarles a aspirar a retomar el poder dentro de 4 años. Uno de sus hándicaps podría ser su condición de catalana, un factor que siempre se ha considerado negativo para los primeros espadas del escenario político español.

Sea como fuere, el PSOE está obligado a un profundo recambio de su dirigencia política y a retomar ciertas señas de identidad de la izquierda que fueron abandonadas cuando estalló la crisis económica. En este proceso aparecerán tensiones que, por su propio interés, habrán de resolver sin poner en peligro la unidad del partido.

“Súmate al cambio” pedía el slogan electoral del Partido Popular y ayer España apostó clara y mayoritariamente por ese cambio. Ahora bien, el complicadísimo marco de crisis económica, con unas tensiones en los mercados financieros que están afectando y haciendo caer gobiernos de todo signo, pueden hacer que el cambio no vaya mucho más allá de una cuestión nominal. Los ataques especulativos sobre la deuda española, los índices de la prima de riesgo y, sobre todo, las exigencias de la Unión Europea, están consiguiendo que la profundidad del cambio dependa más de Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy que del propio Mariano Rajoy. En pocas semanas, cuando Mariano Rajoy comience a desvelar su plan de gobierno, se podrá ver la verdadera dimensión del cambio español.

domingo, 13 de noviembre de 2011

España: Corrupción en la Casa del Rey

La Casa Real española se ha visto salpicada por un caso de corrupción que implica al marido de la Infanta Cristina, en una trama societaria destinada a apropiarse de fondos públicos. Una mancha en la monarquía española cuya situación actual analizamos en Observador Global.



La investigación del caso llamado “Palma Arena”, un caso de corrupción que afecta a la administración autonómica de las Islas Baleares, ha dado un giro inesperado que está conmocionando a la sociedad española. En él se ha visto implicado Iñaki Urdangarin, marido de la Infanta Cristina, la segunda hija del Rey Juan Carlos I, también conocidos por el título de Duques de Palma.

Aunque aún no ha sido imputado y se continúa investigando su implicación, todo parece apuntar a que Urdangarin y su socio, Diego Torres, montaron un entramado societario para apoderarse de patrimonio público y privado a través del Instituto Nóos, una entidad sin ánimo de lucro. En esta trama también estaría involucrada la promotora inmobiliaria Aizoon, propiedad de Urdangarin y de su esposa la Infanta Cristina.

La trama consistiría en la utilización de la posición de Urdangarin para facilitar la contratación de servicios con las administraciones públicas, de cara a la organización de eventos deportivos y congresos. Los pagos se efectuarían con facturas tanto falsas como infladas, cuyos ingresos se destinarían a una cuenta en el paraíso fiscal de Belice. Además de la administración del gobierno balear, también estaría implicada la de la Comunidad Valencia, investigada también por corrupción en la conocida como trama “Gürtel” y que costó el cargo al ex Presidente valenciano Francisco Camps.

En total, se podría estar hablando de más 8 millones de euros desviados que podrían alcanzar hasta 15 años de prisión por delitos de malversación de fondos públicos, prevaricación, falsedad documental y fraude a la administración pública. Preocupante es el hecho de que en Abril de 2009, poco tiempo después de que el caso “Palma Arena” comenzara a implicar a altos cargos como el ex Presidente balear Jaume Matas, los Duques de Palma decidieran trasladar su residencia a Washington.

Iñaki Urdangarin declaraba ayer que defenderá su "honorabilidad e inocencia en este asunto desde la convicción de que mi actuación profesional ha sido siempre correcta". Y desde la Casa Real únicamente se afirmaba su “respeto al trabajo de los jueces”.

MALOS TIEMPOS PARA LA MONARQUÍA ESPAÑOLA

Este caso de corrupción, el primero que podría llevar a un miembro de la familia real ante los tribunales, abunda en los malos tiempos que atraviesa la monarquía española. Hace tiempo que la institución dejó de estar totalmente protegida por lo que se llamó el pacto de silencio mediático, una suerte de acuerdo tácito por el cual la familia real quedaba fuera de lo noticiable, más allá de lo que saliera de los propios servicios de comunicación oficiales. El debilitamiento de este pacto coincide en el tiempo con el acceso a la familia real de personas sin sangre azul, como son la esposa del Príncipe de Asturias, Letizia Ortiz, y el propio Iñaki Urdangarin.

Así las cosas, ciertos debates se van abriendo en la sociedad española, aunque sea mínimamente. Cada vez son más las voces que señalan que en el intento de golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981, existen aspectos sin aclarar que implicarían al Rey en mayor o menor medida. De igual manera, los múltiples intereses económicos de la familia real en América Latina empiezan a ser conocidos. Y también la prensa del corazón comienza a especular sobre aspectos de la vida privada del monarca que erosionan la institución.

Más llamativa es la campaña en contra del Rey que desde hace años dirigen ciertos sectores de la derecha mediática española. Acusándole de favorecer los intereses del Partido Socialista, hace ya años que algunas voces solicitan su abdicación en favor de su hijo Felipe. El más beligerante en este aspecto es el periodista Federico Jiménez Losantos, durante años la voz más importante de la cadena radiofónica de la Conferencia Episcopal COPE. El locutor llegó a declarar sobre el Rey que “los que le vimos respaldar la negociación con ETA admitimos el brumoso poder que le otorga la Constitución, pero difícilmente le concederemos autoridad moral”.

La realidad es que los rumores de abdicación en favor del Príncipe de Asturias van in crescendo, junto con las especulaciones en torno a su estado de salud. En los últimos tiempos, Juan Carlos I, de 73 años, ha sido sometido a dos intervenciones quirúrgicas, una de rodilla hace pocos meses y otra para extraerle un nódulo pulmonar benigno en 2010. Fue esta intervención, junto con varias apariciones públicas en las que presentaba un aspecto muy desmejorado, lo que desató el rumor de que padeciera cáncer. En todo caso, lo que sí es un hecho es que el Príncipe de Asturias va ganando protagonismo en la representación institucional en los últimos años.

Ya sea por abdicación o por fallecimiento, la transición del reinado de Juan Carlos I al de su hijo, que reinará con el nombre de Felipe VI, será un momento delicado. Y es muy probable que Felipe no goce de un reinado tan cómodo como el que tuvo su padre a partir de la consolidación de la democracia en España.

Independientemente de que la institución monárquica parezca extemporánea en un Estado democrático, no es menos cierto que Juan Carlos I goza de una legitimidad política adquirida como impulsor de la transición desde la dictadura de Francisco Franco hacia la democracia. Un proceso con muchos claroscuros, pero que le otorga cierto grado de legitimidad y protagonismo en la construcción del actual sistema democrático español. Una legitimidad que reconocen incluso sectores del republicanismo, hasta tal punto que ya hace años se acuñó el término “juancarlismo” para definir a aquellos que, sin ser monárquicos, apoyan la gestión de Juan Carlos I durante su reinado. Pero, lógicamente, es una legitimidad que no es heredable como la Corona y que supondrá un duro hándicap en el reinado de Felipe de Borbón.

Junto a ello, la opinión pública comienza a variar su visión de la monarquía. Durante años fue una de las instituciones más valoradas por la ciudadanía española. Pero los últimos estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas dan un suspenso en la valoración de la Corona por primera vez. Que los casos de corrupción comiencen a salpicar a la familia real no ayudará a mejorar esa percepción. Lo cual apunta a un previsible crecimiento del aún muy débil movimiento republicano en España. Por tanto, no es descartable que, a medio o largo plazo, sea la institución monárquica quien acabe pagando la factura de la crisis y de la creciente desafección de la ciudadanía hacia su élite política.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

España: Rajoy y Rubalcaba, Cara a Cara

Ayer se vivió uno de los momentos álgidos de la campaña electoral española. Los favoritos a tomar el relevo de Zapatero al frente del Gobierno se enfrentaron en un debate en el que las encuestas otorgan la victoria al conservador Mariano Rajoy.



La pasada noche los españoles tuvieron la primera y última oportunidad de ver a los dos máximos candidatos a dirigir los destinos del país contraponiendo sus proyectos. Un esperado debate en el que el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba tenía puestas muchas de sus escasas esperanzas en remontar los 16 puntos de ventaja que las últimas encuestas otorgan a Mariano Rajoy. Tan conscientes de esta realidad eran en las filas del conservador Partido Popular que sólo accedieron a un único debate situado en los primeros días de campaña, intentando minimizar eventuales efectos negativos sobre el resultado de la jornada electoral del 20 de Noviembre

Así las cosas, ambos candidatos llegaban al debate con objetivos muy diferentes. Rajoy con la intención de gestionar de la mejor manera posible su amplia ventaja, mostrando su cara más amable. Rubalcaba dispuesto a arriesgar, buscando movilizar a un amplio electorado de izquierdas que ha dado la espalda al Partido Socialista durante los últimos tres años de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Para ello, los socialistas apelan a los 8 millones de indecisos que revelan las encuestas, para quienes parecía construido tanto el tono como el contenido del discurso del candidato socialista.

RUBALCABA AL ATAQUE

Las diferencias comenzaron a marcarse desde la llegada al Palacio de Congresos de Madrid donde tuvo lugar la confrontación dialéctica. Mientras que el candidato conservador llegaba solo, el socialista se dejó ver acompañado por Elena Valenciano, su Coordinadora de Campaña, en un evidente guiño al electorado femenino.

El debate estuvo marcado por una puesta en escena muy agresiva por parte del candidato socialista. La amplia batería de propuestas que desplegó fue acompañada de un profundo conocimiento del programa de su adversario, intentando demostrar la existencia de una agenda oculta, según la cual un gobierno liderado por Mariano Rajoy pondría en peligro muchas de las conquistas del Estado de Bienestar. De esta manera, en varias ocasiones le exigió que explicara qué hará si ganara las elecciones, ya que en su programa "la redacción es deliberadamente ambigua y peligrosa".

Por su parte, el candidato conservador se defendía señalando que "eso es una insidia, cosa que, conociéndole, no me sorprende". Durante buena parte del debate, se limitó a recordar la calamitosa situación que vive la economía española, minando la credibilidad del socialista como miembro destacado del gobierno Zapatero que fue. De esta manera, sacó a la luz en repetidas ocasiones los casi 5 millones de desempleados, el millón y medio de familias con todos sus miembros sin trabajo o el 45% de desempleo juvenil.

Mientras que Mariano Rajoy apelaba una y otra vez al control de gasto público como política fundamental de su futuro gobierno, Rubalcaba asumía la nueva convicción que va asentándose en ciertos sectores académicos según la cual un excesivo ajuste puede comprometer el crecimiento económico y, por tanto, la salida de la crisis. De esta manera, el socialista planteó proponer a la Unión Europea retrasar 2 años el ajuste junto con la creación de un plan de reactivación económica que comparó con el Plan Marshall que sirvió para recuperar la economía europea tras la II Guerra Mundial.

Buscando movilizar el voto de la izquierda, Alfredo Pérez Rubalcaba desplegó una batería de medidas a las que este voto puede ser muy sensible. Así anunció un nuevo impuesto a las grandes fortunas y a la banca y un reordenamiento más progresista del impuesto de sociedades, además de un aumento de la imposición al alcohol y al tabaco para ayudar a la financiación de la sanidad pública. En lo que a fomento del empleo se refiere, anuncio descuentos en las cotizaciones a la seguridad social de las pequeñas y medianas empresas que contraten nuevos empleados y trabajadores en prácticas.

Mariano Rajoy centró su discurso en la recuperación del empleo. Para ello, anunció una reforma laboral que flexibilizará el mercado laboral, primando la negociación entre trabajadores y patronal en el marco de la empresa y reduciendo, por tanto, la capacidad de negociación colectiva de los sindicatos. Igualmente, anunció facilidades de pago de impuestos como el IVA para empresas en dificultades o con las que el Estado tenga deudas contraídas.

Ambos se acusaron de recortar en materia de políticas sociales. El conservador acusó al gobierno socialista de ser el que más lo ha hecho en todo el actual periodo democrático, mientras que Rubalcaba acusó a Rajoy de ocultar los recortes que los gobiernos autonómicos de su partido están llevando a cabo en comunidades como Madrid o Castilla-La Mancha.

Alfredo Pérez Rubalcaba también atacó al candidato conservador en materia de derechos, recordando que el Partido Popular se opuso a la ley de igualdad, a la ley de aborto, a la ley de muerte digna y, especialmente, al matrimonio gay. A este último respecto, Mariano Rajoy se defendió matizando que su oposición es al hecho de que se califique como matrimonio, recordando que en su día propuso llamarlo unión de hecho.

LLAMATIVAS AUSENCIAS Y ALGUNAS CONCLUSIONES

Llama la atención la ausencia de varios temas en el debate. Para gran parte del electorado debe haber sido desalentador que el movimiento de los indignados no haya merecido ni un sólo comentario por parte de los candidatos a la Presidencia del Gobierno. De la misma manera, apenas hablaron de política exterior, haciendo Mariano Rajoy una breve apuesta europeísta y por la potenciación de las relaciones con América Latina. Tampoco se abordó la situación de Afganistán, salvo para recordar al militar español caído recientemente, ni de Libia, Siria u Oriente Medio.

Aún más llama la atención que ETA sólo apareciera para ensalzar el trabajo de las fuerzas de seguridad del Estado y para que los candidatos se ofreciesen mutuamente a colaborar en el final definitivo de la banda armada. Tampoco se dijo una sola palabra sobre los casos de corrupción que salpican a ambos partidos. Dos temas que evidentemente pactaron no tocar, lo que privó al electorado de conocer sus posturas al respecto de dos cuestiones de grandísima actualidad en la España de hoy por hoy.

La batalla de la credibilidad parece haberla ganado claramente Alfredo Pérez Rubalcaba. Mientras que Mariano Rajoy constantemente consultaba sus papeles, prácticamente leyendo su alocución inicial y final y las primeras intervenciones de cada bloque, el candidato socialista hilaba su discurso sin apartar la mirada de cámara. Así consiguió dar una imagen de cercanía y convicción frente a un cierto grado de artificialidad que transmitía el discurso del conservador.

Así todo, la mayoría de las encuestas posteriores apuntan a Mariano Rajoy como ganador del debate. Pero más que una victoria dialéctica, lo que probablemente refleje este dato es una consolidación, gracias a su estrategia de perfil bajo, de los buenísimos resultados que al candidato conservador le auguran los sondeos. En todo caso, lo que faltaría por dilucidar es si el tono combativo de Alfredo Pérez Rubalcaba y la batería de propuestas de corte progresista que desplegó, así como la acusación vertida hacia Mariano Rajoy de tener una agenda oculta muy conservadora, han conseguido movilizar el voto de la izquierda. Esta es la tabla de salvación del candidato Rubalcaba, al cual cada vez le queda menos tiempo para evitar el peor resultado electoral de los socialistas en el actual periodo democrático, que daría a Mariano Rajoy una amplia mayoría absoluta.