lunes, 16 de febrero de 2015

Hacia la unidad popular en Gijón

Comienza la cuenta atrás para iniciar el cambio político en nuestro país. Ya son menos del centenar los días que restan para elegir a nuestr@s representantes en ayuntamientos y en la mayoría de los parlamentos autonómicos. Llegado este momento, incluido el check point andaluz previo, estaremos ante el mejor termómetro de la verdadera puesta a punto de las fuerzas políticas que han de representar ese cambio. Será el tiempo de evaluar la verdadera fuerza de Podemos más allá del empuje del carismático Pablo Iglesias; podremos calibrar si Alberto Garzón conseguirá que Izquierda Unida sea una fuerza relevante para el cambio o si el viejo e inmovilista aparato la sume en una nueva y probablemente definitiva fase de disgregación; y tendremos datos concluyentes sobre el éxito o fracaso de las candidaturas de unidad popular que se están impulsando a nivel municipal.

Quizás la base que ha de fundamentar y sostener ese futuro y ansiado cambio político, que inaugure un nuevo proceso constituyente en España, se encuentre precisamente en las candidaturas municipales, como ámbito de encuentro de las diferentes organizaciones y personas que componen el amplio y plural campo popular y que están dispuestas a dar pasos firmes para empujar en la misma dirección. Por ello me gustaría llamar la atención sobre su relevancia, que estamos obligados a elevarla a histórica, y cuya conformación hemos de tratar con exquisito mimo político y delicadeza organizativa.

Una vez finalizados los procesos de elección internos a nivel local y autonómico en Podemos, que innegablemente es el actor principal de este nuevo escenario político en el que se mueve el campo popular, la puesta en marcha y fuerte acelerón de las candidaturas de unidad ciudadana municipal debe ser la tarea prioritaria. Somos muchos los que desde los movimientos sociales estamos expectantes ante un proceso esperanzador pero no exento del riesgo de convertirse en una gran decepción. Y el primer riesgo a conjurar es la tentación de continuidad de las hostilidades producidas por los procesos democráticos internos de la principal fuerza política que lo impulsa. Estoy seguro de que en evitar su reproducción se trabaja ya y esperemos que se haga con éxito.

A partir de ahí, más que la propia conformación de la candidatura, que con que sea expresión democrática de la pluralidad del campo popular me doy por satisfecho, me preocupa que en el poco tiempo que queda se sea capaz de generar ámbitos participativos y suficientemente fecundos como para generar una alternativa política para nuestra ciudad. Un programa que sea capaz de dar respuesta realista a las demandas más perentorias de l@s ciudadan@s de Gijón y que creo que ha de pivotar sobre tres ejes fundamentales: empleo y servicios sociales; participación ciudadana y profundización democrática; y medidas para el fin de la paralización del Plan de Vías.

Afortunadamente, contamos en nuestra ciudad con un tejido asociativo considerablemente fuerte y activo que lleva años diseñando propuestas y luchando por su puesta en marcha. El diálogo con todo ese tejido es el mecanismo fundamental para conocer e incorporar lo más avanzado de sus elaboraciones, pulsando con ello el sentir de la ciudadanía más consciente y organizada, dando lugar a sumarla al proceso de cambio que se avecina. Ser capaz de catalizar hacia una programa ciudadano el gran trabajo que muchas organizaciones del campo popular llevan desarrollando durante largos años, puede ser lo que marque la diferencia entre el éxito y el fracaso.

domingo, 25 de enero de 2015

Hasta aquí hemos llegado

Hasta aquí hemos llegado. Finalmente, serán Gaspar Llamazares y Aurelio Martín los cabezas de lista de Izquierda Unida a la Junta General del Principado de Asturias y al Ayuntamiento de Gijón. Dos compañeros que fundamentalmente representan el inmovilismo de la organización asturiana, evidenciando la incapacidad de ésta para renovar sus liderazgos y dirigencias, y no por que no haya compañer@s suficientemente capacitad@s. Este continuo girar de una silla por otra de dirigentes orgánicos y/o institucionales, que lo son desde hace más de 30 años, es una dinámica absolutamente contraria a lo que representan los nuevos dirigentes que emergen en otros niveles de la organización y cuyos máximos exponentes son Alberto Garzón y Tania Sánchez, con un mensaje que parece no calar en Izquierda Unida de Asturias.

Lo más grave de todo es que lo que se evidencia en IU de Asturias es la aberrante ineptitud de su dirigencia para leer el escenario político y las transformaciones sociales a las que estamos asistiendo, que obligan a profundos cambios en las organizaciones políticas, especialmente en aquellas que se consideran de la izquierda alternativa, y que van mucho más allá de simples cambios en métodos de elección que acaban produciendo los mismos resultados. Una nueva y claramente diferenciada relación con el bipartidismo, la participación ciudadana, la ausencia de eternos liderazgos, el debate colectivo, la elaboración y visualización de un proyecto rupturista con el régimen del 78, etc.. Todo ello son obligaciones imprescindibles para cualquier proyecto político que hoy aspire a representar el cambio y todo ello son déficits que presentan los candidatos de IU de Asturias y Gijón.

Ayer, en IU de Asturias se ha dictaminado de manera definitiva la renuncia a ser parte protagónica de un ciclo que puede producir el ansiado cambio político en nuestro país, haciendo ya prácticamente imposible su participación en un eventual proceso de convergencia de la fuerzas políticas del campo popular por el que he venido apostando desde antes de las elecciones europeas. Much@s compañer@s me han acompañado en esta apuesta y sé que seguirán apostando por ello en el seno de IU-Asturias, pero personalmente considero que las urgencias de un año 2015 que será fundamental para la concreción de la ruptura del régimen del 78, obligan a dejar de lado las largas y probablemente estériles batallas internas frente a las diferentes facciones de un aparato empecinado en llevar a la organización a la irrelevancia por espurios intereses personales.

Por ello, hoy en Asturias y Gijón, la trascendental lucha por un nuevo país pasa por la acumulación de fuerzas sociales en torno a un programa político en el que se puedan expresar, mediante una elaboración democrática y participativa, las ansias de la mayoría social que ha de ser el motor del cambio. En pos de ello seguiré trabajando, pero ya no lo haré en el ámbito interno de una organización cuyo aparato es incapaz de reaccionar ante nuevos escenarios políticos que parece no entender.