lunes, 23 de mayo de 2011

Dentro de la "Spanish Revolution"

Los acontecimientos de España acaparan la atención internacional. La grave crisis que atraviesa el país ha estallado en las calles de una manera que nadie esperaba. La reciente prohibición de concentraciones durante el fin de semana hace temer la aparición de disturbios. Además, Observador Global conversó con los “indignados” en una de las plazas españolas.



Los hechos que se están sucediendo en España desde el día 15 de Mayo están generando un pequeño sismo político que puede alcanzar dimensiones planetarias. Y aún más con la decisión que la Junta Electoral Central ha adoptado esta pasada noche, prohibiendo las concentraciones y manifestaciones en la jornada de reflexión y en el día de las elecciones municipales y autonómicas, es decir, en el día de mañana y el domingo. Tras esta resolución, ahora es el gobierno quien debe decidir si efectivamente da orden a las fuerzas de seguridad del Estado para dar cumplimiento a la prohibición y desalojar las plazas de multitud de ciudades españolas. 

Los “indignados” ya habían anunciado previamente que se mantendrían concentrados al menos hasta el domingo. Esta prohibición seguramente tenga un efecto llamada, aumentando la presencia de los ya muy numerosos jóvenes. De efectivamente producirse un desalojo generalizado, podríamos asistir a una escalada de disturbios por toda la geografía española que enturbiaría escandalosamente la jornada electoral del domingo. Así todo, el Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, entrevistado en la Cadena SER esta misma mañana, no aclaró qué pasará durante el fin de semana. Zapatero eludió la cuestión señalando que “esperemos a los acontecimientos de mañana. El Gobierno actuará bien, actuará de manera inteligente”. Los imprevisibles efectos que tendrían los desalojos hacen pensar que el gobierno optará por la prudencia y la permisividad. 

Este movimiento, surgido hace poco más de cinco días, tiene un elemento novedoso de especial transcendencia. Al igual que en las revueltas de las dictaduras árabes, internet y especialmente las redes sociales, se han convertido en el germen de un nuevo tipo de protesta frente a la cual gobiernos, partidos políticos y sindicatos se ven incapaces de reaccionar. De la misma manera, analistas políticos y sociólogos asisten estupefactos a una reacción que, si bien era esperada, jamás imaginaron que pudiera producirse de esta manera. Es más, siempre aseguraron que lo de Egipto o Túnez jamás podría llegar al occidente desarrollado, donde el régimen de libertades hacia innecesario el uso de las nuevas herramientas de comunicación como motor fundamental de la movilización.

Salvando las distancias, lo que hoy sucede en España no puede dejar de recordarnos el “que se vayan todos” que hace una década sacudió Argentina. Cada acontecimiento con sus especificidades, pero ambos son el resultado de una profunda quiebra entre la ciudadanía en general, especialmente trabajadores precarizados y desempleados en el caso español, y unas élites políticas y económicas que no responden a sus demandas y necesidades. Una sociedad que mientras ve mermada su capacidad adquisitiva y sus derechos sociales y laborales, asiste al milimetrado cumplimiento de las medidas económicas que dictan las instituciones financieras internacionales y la gran banca. Y así, los mayores damnificados de la crisis económica internacional, ven como sus dirigencias políticas les obligan a un nuevo esfuerzo para ir al rescate de aquellos que precisamente generaron la mayor crisis económica de la historia del capitalismo.

INTERROGANTES ALREDEDOR DE LAS REDES SOCIALES

Pérdida de derechos laborales, recortes sociales, privatizaciones, casi cinco millones de desempleados, más de un 40% de paro juvenil y escándalos de corrupción en los dos grandes partidos, aumentaron tanto la presión sobre la sociedad española  que finalmente estalló. Y lo hizo demostrando que el alejamiento es tan profundo que ha sucedido al margen de todo tipo de partidos políticos y organizaciones sindicales. Las redes sociales, especialmente Facebook y Twitter, han sido el canal a través del cual miles de jóvenes españoles organizaron este nuevo tipo de protesta. Así comenzaron a aparecer hashtags como #nolosvotes, #democraciarealya, #spanishrevolution y #acampadasol.

Lo que empezó como una simple protesta el día 15 de Mayo, derivó en la acampada de la madrileña Puerta del Sol, que tras el desafortunado desalojo de la noche del día 16, se extendió como la pólvora por toda la geografía nacional. Ahora todo un país asiste atento a un proceso que no se sabe que profundidad puede alcanzar, pero que seguramente, al menos, cambie ciertas formas de hacer política.

Estamos ante un tipo de movimiento que ha descolocado a todos los analistas. Porque es la evidencia de que las viejas estructuras de confrontación política han sido superadas, quien sabe si para siempre. Por primera vez en España y en el mundo occidental, ni partidos políticos, ni sindicatos ni ningún tipo de organización social está detrás de una protesta tan generalizada. Esto levanta muchos interrogantes, porque el anonimato que permite la red hace que se ejerza un liderazgo tan difuso que impide asegurar cuál es su verdadero impulso y su objetivo último. 

En el mismo sentido, que un simple hashtag de Twitter pueda movilizar a tanta gente es causa de una enorme diversidad ideológica. Así, en la Puerta del Sol de Madrid y en todas las plazas de España, nos encontramos con declarados antisistema, apolíticos, militantes de la multiplicidad de tradiciones de la izquierda e incluso conservadores cansados de sentirse obviados. No cabe duda de que el hartazgo y la frustración los une, pero difícilmente puede unirlos un único modelo de superación de la actual realidad. El camino que va de un hashtag hasta la concreción de un programa político alternativo, se antoja de una complejidad tal que habrá que estar muy atento a la manera de afrontarlo por parte del movimiento. 

Por otro lado, el estallido social español se enmarca en medio de una campaña electoral que determinará la energía de la protesta. El domingo los españoles están llamados a las urnas para elegir a sus representantes en municipios y en 13 autonomías. Unas elecciones frente a las cuales no hay un único discurso desde la Puerta del Sol. Los hay que hacen campaña por la abstención como los que piden el voto para opciones minoritarias. Una vez llegado el lunes, si las plazas de España se vacían, poco o nada habrá cambiado. Ahora bien, si los miles de jóvenes que allí hoy se agolpan permanecen en sus posiciones, las elites políticas españolas se verán obligadas a una profunda reflexión y rectificación. De lo contrario, el caldo de cultivo de la protesta seguirá alimentando la frustración, con unas consecuencias políticas y sociales difícilmente predecibles.

Y preocupante es ver como la sordera de los políticos parece mantenerse a la hora de analizar los acontecimientos. Desde la derecha conservadora se acusa al gobierno de Zapatero de organizar la protesta para movilizar a su electorado. El PSOE declara entender a los acampados y los llama a votar a los candidatos socialistas para frenar a la derecha. E izquierda Unida afirma sentirse parte del movimiento. Esta forma de reaccionar sólo se entiende como fruto de un cortoplacista cálculo electoral, eludiendo el fondo del problema. Unas elecciones que seguramente verán como los sucesos de las plazas españolas incrementan el abstencionismo, al calor del hartazgo ante una élite política que no parece tener alternativas que ofrecer. Probablemente quien más preocupado debiera estar sean los grandes partidos que se reclaman de la izquierda, especialmente el PSOE, ya que las conciencias más extendidas en las acampadas son de una izquierda que se siente traicionada.

En definitiva, muchas son las interrogantes que se han levantado en España y pueden contagiarse por el resto de Europa y del mundo. Por el momento, los analistas no se ponen de acuerdo en qué está pasando, cómo está pasando y cuál será su alcance. Para intentar arrojar algo de luz al respecto, Observador Global se acercó a una de las plazas española que hoy están siendo ocupadas.

"SOMOS PORTADA DEL WASHINGTON POST"

Madrid, Barcelona, Zaragoza, Bilbao, etc… y así hasta más de medio centenar de ciudades ven como sus plazas más céntricas son ocupadas por miles de jóvenes, y no tan jóvenes, indignados con las élites políticas y económicas. Una de ellas es la Plaza Mayor de Gijón, ciudad costera del norte de España, dónde Observador Global pudo conversar con dos de los acampados que hoy afrontarán su cuarta noche a la intemperie.

Merche Casquero es una chica de 26 años, desempleada pero con estudios secundarios, que reparte su vida entre Gijón y Madrid. Aunque nació en las Islas Canarias, dejó su tierra natal camino de la península en busca de un futuro mejor. Se define simplemente como “demócrata” porque “es lo que estamos pidiendo, una democracia real y justa” que entiende hoy no existe ni en España ni en ningún lugar en el mundo. “Quizás en Islandia” apunta, en alusión a las innovadoras medias adoptadas por el gobierno de la pequeña isla.

A Pedro Junquera la juventud ya se le va escapando, pero no duda en apoyar este movimiento a sus 38 años recién cumplidos. Es diplomado en relaciones laborales pero trabaja en la empresa de limpieza del gobierno de la ciudad. A pesar de la divergencia entre su formación y su actividad laboral, se siente afortunado por gozar de ”una estabilidad laboral que la mayoría no tiene”. Es miembro de un sindicato minoritario y se siente “una persona de izquierdas”. Dice estar en esta lucha en “defensa de lo público, por el control popular de la economía y promoviendo los valores de la izquierda como la cooperación, la solidaridad y el internacionalismo.”

Se sienten “indignados porque no se les escucha” y sienten que esta movilización es el “único camino a seguir, ya que los viejos modelos están agotados”. La esperanza que se refleja en sus miradas es verbalizada por Pedro, que nos asegura que lleva “20 años luchando y nunca salí ni en la hoja parroquial. Ahora somos portada del Washington Post. Es la primera vez que siento que las cosas pueden cambiar”. Conscientes del éxito alcanzado, también creen que el domingo este movimiento tiene que hacerse ver en las elecciones municipales y autonómicas. Piensan que ese día hay que ir a votar, pero a una “opción política con la que uno se sienta representado, siempre y cuando esté al margen del bipartidismo”.

Aseguran que “esta movilización continuará indefinidamente”, más allá del domingo, “hasta que cambien las cosas”. Merche afirma que en España se está “sentando un precedente” que se contagiará a otros países. Porque en todo el mundo “nos ha tocado vivir la debacle de esta crisis y todos estamos hartos de gobiernos corruptos que no miran por el pueblo”. Pedro señala que “la globalización económica capitalista, que nos trajo precariedad laboral, se les puede volver en contra” a las élites económicas. Ello “gracias a la tecnología” que ha hecho posible este movimiento a través de las redes sociales.

Finalmente, quieren lanzar un “mensaje de esperanza al mundo. No os calléis nunca. Luchad por lo que creéis. No conformaros y lo imposible llegará”.

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