Finalmente Grecia ha conseguido que se efectúe el quinto pago del rescate aprobado el año pasado. Los nuevos planes de ajuste que esto conllevará enardecen aún más los ánimos de la sociedad helena. A las protestas de los últimos meses se les suma el contagio de la Spanish Revolution y la convocatoria de una nueva huelga general.
El pasado viernes 3 de Junio, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional aprobaron el quinto pago del plan de rescate financiero a Grecia. La llamada “troika” efectúa un nuevo desembolso que en este caso alcanza la cantidad de 12000 millones de euros, que forman parte de los 110000 millones que es el monto total del rescate aprobado el año pasado. Además, el presidente del Eurogrupo (los 17 países de la zona euro), Jean-Claude Juncker, anunciaba que Grecia será objeto de un nuevo rescate pero sin concretar el monto que tendría esta nueva ayuda. Las cifras que se barajan alcanzarían otros 60000 millones de euros a sumar a los 110000 del actual rescate. Tras la adopción de estas medidas, Juncker lanzó un mensaje de optimismo asegurando que “Grecia no saldrá de la zona euro y no habrá suspensión de pagos”.
Pero recibir esta ayuda no va a ser cómodo para el Estado heleno. El desbloqueo de este quinto pago se da tras la visita del Primer Ministro griego, Yorgos Papandreu, en la que presentó sus nuevas medidas para la contención de la crisis. La nueva y futuras ayudas estarán sometidas al cumplimiento de estrictas reformas económicas que permitan recaudar un total de 78000 millones de euros de aquí a 2015.
Por tanto, el programa de ajuste en el que está la sociedad griega vivirá una nueva vuelta de tuerca. Ya se habla de la privatización de compañías de agua y electricidad, banca pública y transportes (puertos, aeropuertos y ferrocarriles), entre otros. Para paliar el déficit público se baraja una reforma las administraciones públicas con el fin de reducir el número de funcionarios y de organismos, aumento de la presión fiscal, reducciones salariales y una reforma laboral que facilite el despido. El propio Papandreu reconocía los nuevos esfuerzos que tendría que hacer su país para recuperar la confianza de los mercados. “Los griegos han hecho grandes sacrificios y quedan muchos por hacer, pese a lo cual los mercados nos miran con escepticismo”, declaraba el Primer Ministro heleno.
HUELGAS GENERALES E INDIGNADOS
La profunda crisis que atraviesa convirtió a Grecia en protagonista de la conflictividad social europea. El nivel de respuesta popular frente a la crisis no tuvo parangón en ningún otro Estado de la unión. Hasta 14 huelgas generales se han vivido y la decimoquinta ha sido convocada para el próximo 15 de Junio. Incluso mientras en Luxemburgo se negociaba el desbloqueo de la nueva ayuda, un grupo de trabajadores del sindicato comunista PAME ocupaba la sede del Ministerio de Finanzas. Así manifestaban su rechazo a las nuevas medidas de ajuste que se imponían al Estado heleno para hacer frente a su deuda.
Sólo la sorpresiva irrupción de la Spanish Revolution consiguió trasladar el protagonismo de las protestas hacia la madrileña Puerta del Sol. Y desde allí, el movimiento de los indignados adquirió relevancia mundial contagiándose vertiginosamente por todo el mundo, incluyendo la propia Grecia. Hasta 150000 personas llegaron a congregarse en la Plaza Syntagma de Atenas, reteniendo durante horas a sus diputados en la sede parlamentaria. Bajo simples lemas como “que se vayan” o “ladrones y sinvergüenzas” los griegos han vuelto a tomar el protagonismo de la conflictividad social en Europa.
Este fenómeno, además de las incógnitas que ya levantó en su origen en España, abre nuevas interrogantes de cara a los acontecimientos más inmediatos en Grecia. De la misma manera que en España, es una respuesta espontánea surgida en las redes sociales como contagio directo de la Puerta del Sol. Y como en el caso español, es muestra de una situación de hartazgo frente a unas élites políticas y económicas que no responden a los intereses de los jóvenes, los trabajadores y los desempleados. Pero su problema fundamental es la gran complejidad que supone plasmar en reivindicaciones concretas un movimiento tan poco estructurado, exento de organicidad y liderazgos claros, y tan variopinto en su composición.
La nueva interrogante que aparece en Grecia es si este movimiento de protesta tendrá un desarrollo independiente o confluirá con las luchas mantenidas en los últimos meses por los trabajadores de organizaciones sindicales más tradicionales. Hasta el momento, el movimiento 15M en España ha mantenido una absoluta independencia de las organizaciones sindicales, a las cuales en muchos casos se las visualiza como parte del problema. La cuestión es si esta visión es sólo una especificidad española consecuencia de unas determinadas prácticas sindicales o si es una visión general del movimiento de los indignados que también se ha trasladado a Grecia.
De momento los hechos parecen apuntar a lo primero. En la resolución aprobada por la asamblea de la Plaza Syntagma el 27 de Mayo se hace “un llamamiento a todos los trabajadores que van a hacer huelga en los próximos días para que se concentren y se queden en la plaza”. De efectivamente producirse esta confluencia entre organizaciones sindicales tradicionales y este novedosísimo movimiento, el nivel de conflictividad social podría acelerar profundos cambios políticos en Grecia. Si son capaces de superar sus diferencias lo veremos en los días que restan hasta la huelga general del 15 de Junio.
Añadiendo más confusión al panorama griego, el 29 de Mayo el diario turco Hürriyet, aludiendo al alemán Bild, hacía referencia a un supuesto informe de la CIA que alertaba sobre la posibilidad de que la ola de conflictividad social griega acabara por provocar una reacción en forma de golpe militar. Poca ha sido la credibilidad que se le ha dado a esta información en la prensa europea, aunque en ciertos ámbitos es interpretada como un intento de amedrentar a los manifestantes o incluso un aliento para que sectores del ejército expresen su malestar ante la situación que se vive en las calles.
¿DISGREGACIÓN EUROPEA?
La Unión Europea en su conjunto también atraviesa momentos complicados que amenazan su unidad. Los rescates de Grecia y Portugal ya han levantado desencuentros con países en los que las reticencias a asumir el pago de las ayudas va creciendo, especialmente en Finlandia. Y el auge de la extrema derecha hace que estas voces cada vez se oigan con más fuerza. Junto a esto, a diario aparecen rumores sobre posibles deserciones de la moneda única. Se habló de Grecia e incluso de Alemania, y cada vez son más las voces que en ello ven la única salida para los países más débiles de la eurozona. Incluso la acusación inicial que se hizo al pepino español como causante del brote de la bacteria E.Coli, se está interpretando como una estratagema para perjudicar a la huerta española frente a la alemana y la francesa.
Estos movimientos disgregantes aparecen junto a otros en sentido contrario, como el del Presidente del Banco Central Europeo. El jueves 2 de Junio, Jean-Claude Trichet proponía la creación de un Ministerio Europeo de Finanzas con el fin de configurar un “poder de decisión mucho más profundo y autoritario en el diseño de las políticas económicas”. En definitiva, se trataría de una nueva y más aguda cesión de soberanía desde los Estados miembros hacia la Unión, a la cual ya rápidamente se ha opuesto la Canciller alemana Ángela Merkel.
Por supuesto, un inesperado desenlace de los acontecimientos en Grecia que pusiera en peligro el pago de su deuda, podría suponer un puñetazo en la mesa que trastocara la realidad interna de la Unión Europea. Lejos de superarse, la crisis parece que continúa su profundización y comienzan a ponerse en tela de juicio algunos de los principios de la unidad. Así las cosas, hay que empezar a contemplar la posibilidad de que la Unión Europea, tal y como hoy la conocemos, tenga fecha de caducidad.
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