Mucho se está hablando en estos días sobre una eventual convocatoria de huelga general desde el movimiento 15M. Esta posibilidad la vengo observando desde los primeros días en los que comenzó nuestra Spanish Revolution. Porque desde el primer día que la Puerta del Sol se abarrotó de indignados, junto con más de un centenar de plazas en toda España, quedó evidenciado que las centrales sindicales mayoritarias (CC.OO. y UGT) habían perdido el monopolio de la movilización social masiva. Este hecho ya es positivo en si mismo. Pero debemos acotar claramente la razón de su positividad, que no es otro que por recuperar para la lucha más combativa el dominio de una calle que estaba secuestrada por organizaciones sindicales claudicantes. No debemos caer en el discurso antisindical y parafascista que abunda en ciertos medios de comunicación y que pretende desacreditar toda la actual e histórica lucha sindical. La organización de los trabajadores en su centro de trabajo y más allá de él es fundamental, eso sí, al margen de organizaciones amarillistas y claudicantes ante el capital. De hecho, existen muchas otras organizaciones sindicales que en mayor o menor medida apoyan y comparten las reivindicaciones de los indignados.
En este sentido toma fuerza la posibilidad de la convocatoria de la huelga general. De finalmente adoptar la decisión de ir hacia ella, hay una cuestión legal que hemos de tener en cuenta, no por cuestiones de legalidad exclusivamente, sino por la fuerza clarificadora que tendría. Legalmente, el movimiento 15M no puede hacer tal convocatoria. Pero sí puede exigir su convocatoria a las centrales sindicales mayoritarias, que son quienes sí pueden hacerlo legalmente. Y hacerlo en los términos reivindicativos y organizativos que se consideren necesarios, obligándolas a o bien unirse y, por tanto, reconocer que ya no tienen el monopolio (más allá del legal) sobre tan importante arma como es la huelga general, o bien enfrentarse al movimiento firmando su afinidad definitiva con la plutocracia.
Incluso llegados a este punto hay dos salidas. Al igual que en la jornada de reflexión, se puede optar por la convocatoria alegal, lo que no sería recomendable por las dimensiones del órdago que se estaría lanzando y que en ningún caso se puede perder. La otra posibilidad es solicitar la cobertura legal a una de las organizaciones sindicales que, si bien no es mayoritaria, sí que está cercana a los postulados del 15M. Incluso esta sería su gran oportunidad para romper el “bisindicalismo” al que CC.OO. y UGT nos tienen subyugados, lo cual también sería enormemente positivo. Creo que no es necesario citar las siglas a las que me refiero.
La jugada es evidente y, de tener éxito, la estructura sindical española podría empezar a cambiar como algunos venimos añorando desde hace mucho tiempo. Pero no hay que apresurarse y, por supuesto, no se puede mantener al margen a los sindicatos minoritarios. Con ellos habría que dialogar hasta la extenuación y, ¿por qué no?, también con las bases de los sindicatos mayoritarios, desterrando el discurso antisindical que pretende equipararlos. Y todos juntos ir hacia una gran convocatoria de huelga que eleve un grado más el nivel de respuesta frente a la plutocracia y las cúpulas sindicales claudicantes que objetivamente se oponen a los intereses de la clase trabajadora.
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