Estados Unidos ha ofrecido “todo tipo de ayuda” a los rebeldes libios. La claridad de la postura de Washington, así como las que se están adoptando en la Unión Europea y en la ONU, junto con los primeros estudios sobre la situación que se están avanzando en la OTAN, hacen presagiar la peor de las soluciones al conflicto libio. Sin duda, faltan datos para valorar el conjunto de fuerzas que están actuando en las revueltas del país árabe, pero cuanto comienzan a apuntarse salidas “manu militari” es seguro que los intereses cruzados son inmensos.
Hoy por hoy difícilmente es defendible el régimen en el que ha degenerado lo que comenzó siendo un ilusionante proyecto antiimperialista que, a pesar de todo, consiguió las más altas cotas de desarrollo social en el norte de África. Por ello, aún desconociendo las reivindicaciones concretas de las revueltas, es muy probable la justeza de muchas de ellas. Aunque no deja de ser extraño que el símbolo sea la bandera monárquica previa al ascenso al poder de Gadafi. Si con ello se quiere reivindicar el estado de cosas anterior, flaco favor se hará el pueblo así mismo. Sin embargo, si se toma como símbolo de independencia que fue, objetivo que en su momento parecía garantizar el proyecto del “Libro Verde”, es evidente que su redactor hace tiempo que se preocupa más por mantener contentos a los nuevos socios occidentales.
Pero desgraciadamente los procesos actuales no son tan evidentes… y menos si se trata de un país productor de petróleo. A pesar de la más que probable buena y sincera intención de parte de la revuelta, es seguro que en ella están actuando más de un servicio secreto occidental… o no tan occidental. En tiempo de crisis ¿qué mejor que asegurar el control total sobre una buena porción más de la producción petrolífera? Si bien hoy Gadafi ya era un socio confiable, siempre es preferible un gestor eficiente y a sueldo. De ahí la tremenda preocupación que debería causar a todos los libios los cantos de sirena yanquis. Esperemos que esta crisis sirva a los libios para avanzar en más democracia, más independencia y más desarrollo social. Pero para ello deben hacer transitar su proceso por donde ellos decidan, sin injerencias extranjeras… especialmente de tipo militar.
Si las manos de las potencias occidentales consiguen atrapar el proceso libio pueden convertir un problema en un rotundo éxito. Lo que comenzó siendo una crisis que amenazaba el poder de sus gestores en ciertos países árabes, acabaría con el redoble, profundización y extensión de ese poder. Si bien el pueblo de Túnez y Egipto consiguió acabar con sus respectivos déspotas, la falta de liderazgo claro en las revueltas parece que está facilitando que poco más que cambio de gestores y maquillaje del sistema sea lo que acontezca. Si además, lo que en su día fue un enemigo, que acabó siendo un socio, se consigue convertir en régimen al servicio de occidente habría que concluir que la cuadratura del círculo es posible en materia de relaciones internacionales.
Como decía, faltan datos. Porque los intereses de la Unión Europea y de EE.UU. en Libia no son los mismos, incluso diría que opuestos como potencias condenadas a chocar. Quizás sus cursos operativos sean paralelos en este momento, pero una vez el pastel esté dispuesto para ser repartido comenzarán las contradicciones. Cómo y quién esté explotando los pozos libios arrojaría luz al respecto.
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