miércoles, 2 de febrero de 2011

Incendios en Rusia: ¿Obra de EE.UU.?

... y por fin la primera oportunidad. El portal argentino de noticias internacionales www.observadorglobal.com, dirigido por el prestigioso periodista Andrés Repetto, me da la posibilidad de colaborar allá por Agosto de 2010, dónde hasta el momento puedo publicar con cierta regularidad. Este es un buen momento para agradecer a un buen amigo porteño la gestión realizada para que esto pudiera ser posible. Un abrazo Maxi!!!

A todo esto... por aquel entonces Rusia ardía...

Acusan a EE.UU. de desarrollar un proyecto militar (HAARP) para variar las condiciones climáticas. También se acusó de causar el terremoto de Haití. El Parlamento Europeo debatió sobre el programa HAARP en 1998. Las implicaciones serían históricas.


Una nueva y sorprendente variación informativa han tomado los extraordinarios incendios que han asolado Rusia en las últimas semanas. Según varios científicos rusos detrás de esta tragedia medioambiental se encuentra una nueva arma estadounidense en fase experimental con la que se ha atacado territorio ruso. Se trataría de una nueva tecnología que otorgaría la capacidad de producir cambios drásticos en las condiciones meteorológicas de un territorio determinado.

Desde principios del verano Rusia ha sido azotada por la ola de calor más fuerte desde que se tienen registros de temperatura, los primeros de los cuales datan de hace 130 años. A causa de los más de 40 grados centígrados registrados, centenares de incendios han devastado 700 mil hectáreas y han provocado más de medio centenar de víctimas directas, la mortalidad en Moscú se ha duplicado y se han generado pérdidas alrededor de 15000 millones de dólares, según las primeras estimaciones.

La inaudita devastación causada ha llevado a parte de la comunidad científica rusa a poner su mirada más allá de unas determinadas condiciones meteorológicas, señalando la posibilidad de que estas hayan sido causadas deliberadamente. Y en este sentido han apuntado la “posibilidad de que se esté ensayando un nuevo arma climática sobre Rusia”, según palabras del ex meteorólogo militar Nikolai Karaváyev. Aún más lejos iba Gueorgui Vasiliev, físico de la Universidad Lomonósv de Moscú, señalando directamente al programa HAARP de ser la “causa de todos los cataclismos que han ocurrido en el mundo desde 1997”.

Estas acusaciones hay que enmarcarlas en la constante tensión de las relaciones entre Rusia y EE.UU. que los nuevos gobiernos de Dmitry Medvedev y  Barack Obama no han resuelto. Desde unos amables primeros años tras la implosión de la Unión Soviética se ha asistido al constante deterioro de las relaciones entre las dos potencias, condenadas a enfrentarse en defensa de sus propios intereses económicos y geo-estratégicos en su zona de influencia. La intervención de la OTAN en Serbia y el crecimiento de la influencia estadounidense en los Balcanes a través de Kosovo, la ampliación de esta organización militar internacional hacia el oriente europeo, el desarrollo del escudo antimisiles estadounidense que reactivó el viejo debate en torno a la llamada “guerra de las galaxias”, la colaboración tecnológica de Rusia con Irán en materia nuclear o la reciente guerra en Osetia del Sur han sido algunos de los sucesos que han minado la diplomacia ruso-estadounidense que ahora podría sumar la controversia de la guerra climática.

EL PROGRAMA HAARP

El programa HAARP, siglas en inglés con las que se designa al Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia, se trataría de un simple proyecto de investigación atmosférica y de los efectos del cambio climático, según el Ministerio de Defensa de EE.UU. Pero para los científicos rusos que han lanzado esta acusación se trataría de un potentísimo calentador ionosférico que alteraría la electricidad de la atmósfera, causando modificaciones en el clima susceptibles de ser conducidas hacia un punto determinado del planeta. Trabajando con hondas de alta y baja frecuencia sería capaz de intensificar tormentas, prorrogar sequías e incluso de crear terremotos en un territorio enemigo sin que este advirtiera el peligro.

La realidad es que no es la primera acusación en torno a la existencia de este tipo de armas, sobre las cuales se vendría investigando desde los últimos años de la guerra fría y que en los últimos tiempos comenzarían a entrar en escena. Nos encontraríamos ante un arma de destrucción masiva de nueva generación que se sumaría  a la atómica, a la química y a la biológica. Podríamos estar ante los primeros resultados prácticos de uno de los nuevos caminos que habría tomado la carrera armamentística entre EE.UU. y la Unión Soviética en la década de los setenta, buscando una hegemonía militar que la vía atómica ya no permitía más allá de lo puramente disuasorio.

La acusación más grave ha tenido que ver con el terremoto que asoló Haití en Enero de este año. En este caso se trataría de la experimentación de la Marina de los EE.UU. con un “arma de terremotos”, según se desprende de un informe de la Flota Rusa del Norte, que estaría vinculada al proyecto HAARP, y que en definitiva habría causado la prácticamente total destrucción del país caribeño, permitiendo su ocupación militar por el ejercito estadounidense. Sin duda que Haití no suponía una amenaza para EE.UU., pero es un enclave estratégico en el área del Caribe, en un momento en el que necesita fijar posiciones ante el creciente número de gobiernos del continente americano que objetan sus políticas. Aunque este ha sido el fenómeno más grave del que se ha acusado a Washington también se especula con el terremoto de Sichuan (China) en Mayo de 2008 y otros episodios en Venezuela,  Bolivia y Honduras.

Más llamativo aún es que el parlamento europeo ya en 1998 advirtiera de los peligros del proyecto HAARP. Por aquel entonces, el Comité de Política de Relaciones Exteriores, Seguridad y Defensa, a raíz de un informe de la eurodiputada sueca Maj Britt-Theorin, mantuvo audiencias en Bruselas y en su moción de resolución “considera al HAARP… en virtud de su profundo impacto sobre el medio ambiente como una inquietud global y apela a que un cuerpo internacional independiente examine sus implicaciones legales, ecológicas y éticas”.

... ¿Y SI FUERA POSIBLE?

Abónese uno a la teoría rusa o al bando de los escépticos, lo que si parece demostrado es que la investigación militar en el campo climático es un hecho, pudiendo discutirse el grado de éxito que se haya podido tener, fundamentalmente debido a la complejidad de encontrar una prueba irrefutable. Y lo que es innegable es que el desarrollo de un arma de estas características daría una superioridad militar que cambiaría el orden mundial y volvería a poner a la especie humana a expensas de los designios de un reforzado imperio. Ya no es solo el poder de someter a un pueblo, gobierno o nación bajo la amenaza del hambre y la sed, sino la absoluta imposibilidad para oponerse a tal poder de toda nación sobre la faz de La Tierra.

La capacidad nuclear, que a día de hoy se expande por cada vez más estados del planeta, ya no supondría poseer capacidad disuasoria. A modo de ejemplo, hay que recordar que Corea del Norte ha sido capaz de mantener su integridad territorial gracias a su poder nuclear y el de su aliado China. Pero imaginémonos tener la capacidad de generar un desastre climático de tal magnitud que pueda destruir el armamento nuclear enemigo en su propio territorio, sin que este siquiera sea capaz de asegurar que ha sido objeto de un ataque militar. Si eso puede llegar a ser posible, en el mismo instante que eso suceda estaremos asistiendo al doloroso nacimiento de un nuevo orden mundial, al más unipolar que se haya conocido… o que ni siquiera se haya pensado.

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