Hoy me apetecía escribir una nueva “Reflexión
a Bote Pronto” y aquí está. Pero no ha sido una tarea fácil. O, mejor dicho, no
ha sido fácil encontrar sobre qué escribir. No porque no haya temas, que los
hay y muchos, sino porque ninguno me suscitaba suficiente interés sin producir
a la vez un enorme tedio, cuando no irresistibles arcadas.
Uno revisa la prensa diaria y tiene la
sensación de que lleva leyendo el mismo periódico durante meses: un nuevo
afloramiento corrupto en la Casa Real; otro escandaloso descubrimiento sobre el
caso Bárcenas; otro dirigente político implicado en el espionaje catalán; otra
empresa que declara un ERE masivo; un nuevo dato económico que desvela una
mentira más del Gobierno; un suicidio o intento de suicidio por desahucio más; otro
gran empresario que estafa a la hacienda pública; un nuevo recorte en la
política social; otro exabrupto de un dirigente de la patronal, etc, etc, etc… Éstas
suelen ser las noticias del día y, al final, el interés acaba por limitarse a
comparar la forma en que se aborda el tema según se trate de prensa de uno u
otro sesgo ideológico.
Entre toda esa basura que invade la
actualidad política del país y que me produce un orgulloso asco -orgulloso
porque evidencia que aún atesoro cierta salud intelectual-, uno trata de dar
con algo positivo y acaba por encontrarse con el tedio. Tedio porque las pocas
buenas noticias que se pueden entresacar se suelen circunscribir, con la
machacona insistencia del martillo pilón, a dos: otra protesta popular y otro
desahucio paralizado. ¡Ojo!, no es una crítica, solo es poner de manifiesto que
no hay nuevas buenas noticias. Y, por supuesto, sin desmerecer la labor de
todos aquellos que se (nos) implican (implicamos) en estas actividades, uno ya
va necesitando algo más para superar el hastío.
Quizá todo sea una tontería pasajera por mi parte,
producto de un despertar inusualmente depresivo y seguramente causado más bien por
la ola de frío que por el hedor político nacional. En todo caso, y aunque es
preferible el tedio al asco, ya va siendo hora de apartar la basura y el
aburrimiento para disfrutar de la alegría de respirar aire puro. Ha llegado el momento
de construir, oponer y defender un proyecto político y económico que barra la
pútrida realidad actual. Es el tiempo de recoger y unificar en un programa de
gobierno los anhelos expresados en la multitud de protestas que recorren la
geografía española. Es la hora del salto cualitativo que nos haga trascender de
la pura resistencia. No es tarea fácil, pero no podemos demorarlo más ante el
peligro de sucumbir frente al tedio y el asco.