martes, 2 de septiembre de 2014

Reflexiones a Bote Pronto: Las tareas de la izquierda

Comienza un nuevo curso político, quizás el más importante de los últimos 30 o 40 años para esta eterna indefinición llamada España. La importancia reside en que, por primera vez en todo este tiempo, estamos en condiciones de virar el rumbo marcado por la oligarquía dominante y la casta (sí, la casta) política que la sirve, defiende y representa en las instituciones del Estado y que se cimienta en los dos pilares del bipartidismo.

El rumbo marcado hasta el momento con timón impasible ya sabemos a dónde nos está llevando. La agenda neoliberal está configurando una España y una Europa postrada a los pies del capital transnacional, en las cuales los derechos laborales son pisoteados, las políticas sociales languidecen bajo la falta de financiación cuando no son directamente eliminadas, la democracia material hace tiempo que no se la ve y hasta la formal va por el mismo camino, la protesta social se criminaliza con constantes vueltas de tuerca, el sur de Europa es condenado a la pesadilla de servir copas y tapas descartando cualquier nuevo sueño industrializador, la sanidad y la educación se mercantilizan, etc…

Desde Maastricht hasta hoy y especialmente en estos últimos años de crisis, machaconamente se nos ha repetido que no hay rumbos alternativos, que navegábamos por un río en el cual sólo se podía ir en una dirección… y parecía que nos dejábamos llevar por la corriente. Pero al fin parece que hemos decidido rebelarnos, pegar un puñetazo sobre la mesa y señalar la evidencia: en política las alternativas son múltiples y la izquierda tenemos una al neoliberalismo.

Ahora nos toca (a la izquierda, a toda la izquierda) decidir qué papel queremos jugar. Tenemos dos posibilidades: ¿queremos ser una oposición fuerte con un gran grupo parlamentario o queremos el poder? La primera posibilidad ya casi está asegurada analizando los últimos sondeos electorales. Ahora bien, si queremos el poder, el primer paso es alcanzar el gobierno y eso puede ser posible si afrontamos nuestras tareas históricas en el año largo que queda de aquí hasta las próximas elecciones generales (ausencia de adelanto electoral mediante).

La primera tarea es asumir y reconocer la nueva composición de la histórica pluralidad de la izquierda española. Un reto que no debería ser difícil ya que hoy es esa nueva pluralidad la que nos ha puesto en disposición de ganar.

A la par de lo anterior, poner en valor la tradición histórica de largos años de lucha de todas las expresiones de la izquierda transformadora, con sus aciertos y sus errores, que puede ser fundamental para comprender las bases de nuestros aciertos pasados y las causas de nuestros errores y derrotas para no volver a repetirlos.

Como consecuencia de lo anterior, desterrar sectarismos de múltiple signo, basados en certezas ideológicas, patriotismos de siglas, monolitismos organizativos, adanismos supuestamente exentos de todo pecado original, etc… La certeza ideológica propia y el cariño hacia su proyecto organizativo no pueden volver a ser causa de una nueva derrota, exprésense las anteriores como se expresen.

A partir de ahí, la búsqueda incesante del encuentro. No para crear una nueva sopa de siglas, no para armar un nuevo foro de reproches, no para generar un nuevo espacio de competencia… Nuestra misión ha de ser impulsar un movimiento político de gran profundidad democrática que se fragüe sobre un nuevo proyecto de país, un programa que destierre para siempre el infierno neoliberal. Que aproveche las muchas y ricas experiencias de lucha, que incorpore la sabiduría de la larga tradición de la izquierda, que aproveche la capacidad de los nuevos liderazgos emergentes, que sepa que se puede, que quiera y que gane. Esta es la manera no de sumar fuerzas, sino de multiplicarlas con un programa en el cual se expresen las esperanzas de la mayoría, del 99%, de la clase obrera y los sectores populares... que cada uno le ponga la etiqueta que más le guste.

En los próximos meses han de darse los primeros pasos para generar el marco de la confluencia. Si bien ésta no ha de ser únicamente una confluencia de fuerzas políticas, sí éstas son fundamentales para plantar la semilla del movimiento. Izquierda Unida y Equo ya han explicitado su voluntad para ello. La próxima asamblea de Podemos debería dar el definitivo pistoletazo de salida al proceso, para que éste sea generalizado ya que en localidades concretas ya es una realidad.

En el ámbito concreto de Gijón, hemos de esperar a que en Izquierda Unida ordenemos nuestra casa tras los tristes y públicos enfrentamientos internos de los últimos meses. Un enfrentamiento que ha de terminar el próximo 4 de Octubre con la celebración de nuestra asamblea, a la cual se llegará con un nuevo Coordinador elegido por consulta a toda la militancia. Es obligado para la buena imagen de la organización que los debates se den con el debido respeto a l@s compañer@s, que el proceso sea pulcramente democrático, que la integración de todas las partes figure en el resultado final y que la vieja dirigencia dé un definitivo paso al costado, desterrándose para siempre determinadas prácticas caducas. Por último, para salir fortalecidos del proceso asambleario, tod@s hemos de comprometernos a colaborar con la nueva dirección, independientemente de donde nos hayamos situado cada uno en el proceso. Y es que, para encontrarse con otros compañeros y compañeras de la izquierda, primero hemos de encontrarnos con nosotros mismos.

De esta asamblea hemos de salir con una clara y decidida voluntad de poner en marcha el proceso de confluencia de la izquierda local, que esperemos sea bien recibido por el resto de fuerzas políticas y sociales de la izquierda. A partir de ese momento, si conseguimos encontrarnos, nos espera el año más importante y más esperanzador que muchos hemos vivido en todas nuestras vidas. Y es que, en definitiva, las tareas de la izquierda, por primera vez en mucho tiempo, se pueden resumir en una sola: GANAR.

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