El desastre de Fukushima ha reactivado el debate sobre la energía nuclear a nivel mundial. En España, un país que cuenta con 8 reactores nucleares en funcionamiento, los pro nucleares pierden terreno ante una opinión pública que era mucho más proclive hasta el pasado 11 de Marzo. Y en el centro de la polémica se sitúa la central de Garoña, gemela de la de Fukushima.
El desastre nuclear japonés, derivado del devastador terremoto y posterior tsunami del 11 de Marzo, ha reactivado el debate nuclear a nivel mundial. La hasta hace poco desconocida prefectura de Fukushima es el lugar en el que hoy se fija la atención mundial y del que defensores y detractores de la energía nuclear pretenden extraer el argumento definitivo que cierre un debate de más de medio siglo.
Europa está siendo una de las regiones del mundo en la que más fuertemente se ha recuperado la confrontación política a este respecto. Hasta tal punto que la Canciller alemana, Ángela Merkel, ha anunciado el cierre de 7 centrales y el abandono “medido” de la energía nuclear, dando así un giro copernicano a su política energética. En otro sentido, Francia, el país más nuclearizado del mundo en relación a su población, se apresura a revisar la seguridad de sus 58 reactores nucleares, en un intento de apuntalar su decidida apuesta por este tipo de energía.
Parece que las dos potencias europeas van decantándose por uno u otro camino, sin dejar de prestar atención a los acontecimientos de Fukushima y a la reacción de la opinión pública. Pero al otro lado de los Pirineos el futuro es menos claro. Cuando el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero parecía hincar la rodilla ante las presiones del lobby nuclear y la oposición conservadora, Fukushima ha venido a transformar radicalmente el escenario. El renacer nuclear español, cuya fecha de alumbramiento definitivo podría darse tras la probable victoria conservadora en las elecciones generales de 2012, ha quedado seriamente comprometido.
En los últimos tiempos, las voces favorables a la reactivación del programa nuclear español cada vez se dejaban oír con más fuerza. Los problemas energéticos a los que se enfrentan las sociedades desarrolladas, la profunda crisis económica y las recientes subidas en los recibos eléctricos que han tenido que asumir los ciudadanos españoles, les proporcionaban una opinión pública cada vez más propensa a su discurso. Así, el líder del Partido Popular Mariano Rajoy, en confluencia con el Foro Nuclear que reúne a las empresas españolas relacionadas con este tipo de energía, encontró en la apuesta nuclear una nueva arma de oposición política. Hasta tal punto que el gobierno acabó por adoptar una serie de medidas polémicas y contrarias a lo que venía siendo su discurso oficial.
GAROÑA, LA GEMELA ESPAÑOLA DE FUKUSHIMA
A pesar del compromiso electoral del Presidente Zapatero, por el cual se produciría un cierre progresivo de reactores nucleares según fueran cumpliendo el plazo legal de 40 años de vida útil, la recientemente aprobada Ley de Economía Sostenible abre la puerta a la superación de esta barrera. Ya en 2009 se aprobó la prorroga de la central de Santa María de Garoña, cuyo cierre se pospuso hasta 2013 cuando ya tenga 42 años de funcionamiento. Y en 2011, el año en que debería procederse al desmantelamiento de Garoña y cinco días antes del desastre de Fukushima, entró en vigor la ley por la que se abre la posibilidad a su funcionamiento indefinido. La Ley de Economía Sostenible permite que haya “casos de renovación extraordinaria de las concesiones por encima del plazo de 40 años, derivadas del desarrollo de nuevas tecnologías y de la necesidad de garantizar el mantenimiento del suministro”.
La central nuclear de Garoña está en el centro de la polémica no sólo por haber superado la hasta hace bien poco legalmente infranqueable barrera de los 40 años de vida útil. También lo está por tener un reactor de agua en ebullición (BWR, siglas en inglés) de 439 megavatios de potencia, similar al número 1 de la central de Fukushima, del mismo tipo y de 460 megavatios. Los dos fueron construidos por General Electric y entraron en funcionamiento en 1971. Por si esto fuera poco, ambas centrales cuentan con sistemas de seguridad similares. Hasta tal punto es la relación entre ellas que en Junio del año pasado el Director de Mantenimiento de las Unidades 1-4 de Fukushima, Takeyuki Inagaki, visitó la central de Garoña al frente de un grupo de técnicos con el fin de compartir experiencias entre centrales. Durante dicha visita Takeyuki aseguró que habían evaluado “la posibilidad de operar hasta los 60 años, concluyendo que técnicamente es posible”.
A pesar de las semejanzas, los responsables de la central española aseguran que Garoña es una central con mejores sistemas de seguridad, además de que la poca actividad sísmica en la zona hacen prácticamente imposible que se genere una situación similar a la que se vivió en Fukushima. Lo más parecido podría producirse ante “una riada o una rotura de presa, y para eso estamos preparados” señalaba Francisco Javier López-Arroyabe, Jefe de Turno de la Sala de Control de Garoña.
Hoy, tras lo hechos de Fukushima, el gobierno hace un llamamiento a la tranquilidad mientras revisa la seguridad de los 8 reactores activos. La oposición conservadora matiza su apuesta nuclear y pide no hacer demagogia con el desastre japonés, mientras que organizaciones de la izquierda y ecologistas redoblan sus esfuerzos por acabar con la energía nuclear en España.
HISTORIA NUCLEAR ESPAÑOLA
La incorporación de España al club atómico comenzó en 1948 cuando el científico José María Otero de Navascués aconsejó que se comenzara a investigar la energía nuclear. Así en 1957, el Ministro de Industria Joaquín Planell, manifestó la voluntad de comenzar la construcción de centrales nucleares que daría lugar a la puesta en funcionamiento de la central “José Cabrera”, más conocida como Zorita, en 1968. Desde entonces, hasta un total de 7 centrales con 10 reactores han sido puestas en funcionamiento, de las que a día de hoy permanecen activas 6 con 8 reactores.
Únicamente dos reactores nucleares han sido cerrados. El de la central de Zorita en 2006, una vez cumplido su ciclo de funcionamiento, y el de Vandellós I, como consecuencia del accidente nuclear más grave ocurrido en suelo español. En Octubre de 1989 se declaró un incendio en la zona de turbinas de la central catalana, calificándose el incidente como de nivel 3 sobre los 7 de la Escala Internacional de Eventos Nucleares (INES, en inglés). Este nivel supone una exposición, sin efectos letales, 10 veces o más del límite legal anual para los trabajadores, aunque se asegura que no produjo radioactividad exterior. El gran coste que exigía la subsanación de los defectos encontrados llevó a la empresa explotadora de la central a decidir su cierre definitivo.
Otras 6 centrales y un total de otros 10 reactores estaban en construcción o proyectados en 1991, año en el que el gobierno de Felipe González paraliza todo el programa en cumplimiento de la moratoria nuclear aprobada en 1984 y que finalizó en 1997. Desde entonces, ningún gobierno se ha atrevido a reactivar estos proyectos ni a poner otros nuevos en marcha.
Ya hace varios años que en España y en el mundo se anuncia un renacer nuclear gracias al incremento de la seguridad en este tipo de instalaciones y las cada vez mayores necesidades energéticas. Pero tras los acontecimientos de Fukushima es más que probable que el empuje pro nuclear se resienta, frenado por la preocupación de una opinión pública que vuelve a ver como el desarrollo tecnológico sigue sin poder ofrecer seguridad total en las instalaciones nucleares.
CENTRALES Y REACTORES NUCLEARES EN ESPAÑA
Reactores en funcionamiento:
-Santa María de Garoña (Burgos), puesta en marcha en 1971.
-Almaraz I (Cáceres), puesta en marcha en 1980.
-Almaraz II (Cáceres), puesta en marcha en 1983.
-Ascó I (Tarragona), puesta en marcha en 1982.
-Ascó II (Tarragona), puesta en marcha en 1985.
-Cofrentes (Valencia), puesta en marcha en 1984.
-Vandellós II (Tarragona), puesta en marcha en 1987.
-Trillo (Guadalajara), puesta en marcha en 1987.
Reactores clausurados:
-José Cabrera (Guadalajara), puesta en marcha en 1968 y cerrado en 2006.
-Vandellós I (Tarragona), puesta en marcha en 1972 y cerrado en 1989.
Proyectos paralizados:
-Escatrón I y II (Zaragoza)
-Lemóniz I y II (Vizcaya)
-Regodola (Lugo)
-Sagayo (Zamora)
-Santillán (Cantabria)
-Trillo II (Guadalajara)
-Valdecaballeros I y II (Badajoz)