Mañana se reúne la Presidencia de Izquierda Unida de Asturias. Salvo irresponsabilidad manifiesta, el debate se centrará en la situación del actual portavoz parlamentario y ex Viceconsejero de Bienestar Social y Vivienda Ángel González, al que muchos hemos conocido siempre como “Gelín, el de Laviana”. Recordemos que, la semana pasada, la actualidad política asturiana se vio sacudida por la noticia de la imputación del portavoz en un caso de prevaricación. Se trata de una supuesta contratación ilegal, a sabiendas, de la colocación de los monolitos que señalan las fosas comunes de la Guerra Civil y de la posterior represión franquista. El monto de la supuesta prevaricación ascendería a unos 50000 euros.
Desde ese momento, bajan turbias las aguas de la Izquierda Unida asturiana. O más bien bajan así desde que el portavoz izquierdista manifestara su absoluta falta de voluntad de dimitir. Y aún más desde que el sorpresivo –por aquello del inesperado resultado de la Asamblea de la coalición- Coordinador Regional, Manuel González Orviz, respaldara esta decisión, contradiciéndose de manera clamorosa con sus propias declaraciones de pocos días antes en relación a casos que afectan a otros partidos.
La defensa de Gelín se basa en que no es un caso de corrupción y no voy a ser yo quien lo acuse o culpe de tal cosa. Además, seamos sinceros, puestos a corromperse desde un gobierno regional, hacerlo por 50000 euros es de ser muy, pero que muy patán. En todo caso, ya que no creo que la patanería sea una variable a considerar, una falta (prevaricación) no se puede ocultar negando haber cometido una falta aún peor (corrupción).
La cuestión no es si la portavocía parlamentaria de Izquierda Unida de Asturias está en manos de un corrupto o no, cosa que nadie plantea, o de un prevaricador o no, cosa que ha de determinar un juez. Lo que deberían tener en cuenta los dirigentes de IU son las consecuencias políticas de las decisiones que tome la organización al respecto. La duda ya está asentada entre los asturianos y todos miramos atentamente el próximo paso de la coalición.
A nadie se le escapa que hay una ingente cantidad de españoles y asturianos, especialmente entre los que se reclaman de la izquierda, que buscan un referente ético dentro de un panorama político en el que el hedor cada día es más insoportable. Izquierda Unida estaba consiguiendo aparecer como ese referente, con ingentes esfuerzos para erosionar el bipartidismo sistémico. Incluso, desde su minoría parlamentaria en el Congreso de los Diputados y ante un PSOE en desintegración, consiguió aupar a Cayo Lara al liderazgo de la oposición del país en el reciente debate del estado de la Nación.
No tomar una decisión clara en este asunto, que no puede ser otra que apartar a Ángel González a todos sus cargos institucionales y orgánicos, es abonar el discurso de la antipolítica y dinamitar la credibilidad de la organización. Muchos son de esta opinión en la interna de la coalición y mañana los órganos de Izquierda Unida tienen la oportunidad de escuchar estas voces. No hacerlo sería una miopía política invalidante para el liderazgo de la izquierda, que tendría graves consecuencias internas y externas para los dirigentes de Izquierda Unida de Asturias y para la coalición en si misma. Quiero confiar en su buen tino…
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