(Versión en castellano del artículo "Comunicación pa la tresformación social" publicado en asturiano en la revista "Otru Valor")
La política de comunicación es algo vital para una organización
política. Aquello que no se comunica es como si no existiera y lo que se
comunica mal puede actuar en sentido contrario a su verdadera intención. Esto
cobra mayor importancia en Izquierda Unida, ya que nuestro proyecto político
transformador no cuenta con las prebendas de los grandes medios de comunicación
del bipartidismo. Ello nos obliga a cuidar sobremanera la forma en la que nos
dirigimos a la sociedad y, especialmente, a los sectores más desfavorecidos:
parados, precarios, jubilados, mujeres, jóvenes, etc…
La llamada sociedad de la información ha alumbrado nuevos medios y
tecnologías de la comunicación que nos permiten una mejor y más efectiva
difusión de nuestra propuesta. Ciertamente, seguimos en desventaja con los
grandes medios de comunicación, pero internet supone un ámbito a través del
cual dar la batalla en mejores condiciones.
La existencia de esta tecnología y la gran extensión de su uso de hoy
día, suponen el fin de las excusas para que nuestros afiliados y simpatizantes
no conozcan las elaboraciones y la actividad de Izquierda Unida. Igualmente,
debería hacerse del conocimiento y uso básico de internet un compromiso militante,
para el cual la organización pone a disposición sus recursos humanos y
materiales. De esta manera, cada persona vinculada a la organización puede y
debe convertirse en un altavoz más de la propuesta política transformadora que
ofrece Izquierda Unida también en el ámbito digital, en donde deberemos prestar
especial atención a las redes sociales y a su efecto viral. Estos espacios nos
permiten extender y profundizar nuestra relación con los movimientos sociales,
con los que estamos obligados al diálogo constante para enriquecer nuestra
propuesta política.
Pero no sólo debemos estar atentos al medio, también al formato. La
clase magistral, en la que los temas se abordan de manera extensa, profunda y
académica, se revela contraproducente. Aún tiene sus virtudes pero entre ellas
no está el ser una construcción atractiva para la gran mayoría de la sociedad a
la que pretendemos llegar. En la medida de lo posible, hemos de potenciar los
formatos audiovisuales que, con ritmo ágil y estética atractiva, incrementan la
efectividad del mensaje. Y es que, si estamos en una batalla desigual, al
menos, no desechemos las armas más potentes a nuestro alcance.
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