Poca cosa se sabe sobre la política medioambiental
del gobierno Rajoy, pero ya hay motivos para ir echándose a temblar. Podríamos
empezar por asegurar que si a estas alturas aún no se ha comenzado la potenciación
de la energía nuclear en el mix energético español, sólo es debido al desastre
de Fukushima, que ha cambiado la perspectiva en el debate mundial sobre este
tipo de producción energética. Podríamos continuar por evidenciar el fin de las
ayudas a energías de tipo renovable, especialmente la solar, como una de las consecuencias
de las políticas de ajuste. O, incluso, podríamos tirar de hemeroteca y
recordar algunas de las muchas “teorías medioambientales” del ex Presidente
Aznar. Pero, para ilustrar mis temores, únicamente voy a rescatar del olvido al
primo del actual Presidente del Gobierno, el cual cuestionaba la existencia del
cambio climático:
Con estas premisas, la cosa es para echarse a
temblar. Pero uno va más allá de un leve temblor, llegando a desarrollar un
auténtico baile de San Vito, cuando Miguel Arias Cañete, Ministro de
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y, probablemente, el estómago más
cultivado del actual gobierno, tal y
como demostró en la crisis de las vacas locas, anuncia una reforma de la Ley de
Costas. Leyendo algunas de las argumentaciones con las que pretende justificar
esta reforma, uno no puede más que recordar la tristemente famosa Ley del Suelo
del Gobierno Aznar, que trajo como consecuencia la burbuja inmobiliaria que
todos estamos pagando a fecha de hoy.
Así, podemos temernos un nuevo juego de manos
legislativo que vuelva a generar un espejismo económico sustentado en el
ladrillo, que esta vez sería pagado en forma de deterioro medioambiental y, ya
veremos, si también en forma de nueva burbuja inmobiliaria. Cierto es que me
estoy adelantando a los acontecimientos, pero las declaraciones del Ministro no invitan al optimismo.
Sin que sea motivo de sorpresa, se observa una
constante en el discurso: defensa de los derechos de los propietarios en
terrenos costeros y agilización y simplificación de trámites, a lo que siempre
se le pone una coletilla del tipo “sin
impacto negativo sobre el medio ambiente costero”. Viendo el espíritu que
inspirará la nueva ley, podemos imaginarnos cual será el resultado.
…Y DALE LA BURRA AL TRIGO
Parece mentira que no hayamos aprendido nada y
que constantemente se reincida en los mismos errores. Es inaudita la absoluta
falta de iniciativa política de este gobierno, empecinado en hincar la rodilla
ante viejas recetas económicas dictadas desde Berlín y que nos abocan al desastre. Y, por si fuera poco, el empecinamiento parece reproducirse en el escaso margen de actuación
que le deja la infame teutona, cubriendo con legislativos juegos malabares la
absoluta falta de ideas.
Las organizaciones ecologistas ya han puesto el grito en el cielo ante esta reforma de la Ley de Costas y otras iniciativas
anunciadas. Esperemos que Arias Cañete no acabe por
perpetrar un nuevo atentado económico y medioambiental, aunque solo sea por no
sumar un nuevo frente a los muchos que ya tiene abiertos el Gobierno Rajoy. Y
esperemos también que, como medida para rebajar la polémica que pueda
suscitarse, el Ministro no nos brinde un nuevo espectáculo mediático en forma
de comilona pública como en tiempos de las vacas locas.
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