jueves, 15 de septiembre de 2011

España: Maltrato Animal y Fiestas Populares

La localidad de Tordesillas ha celebrado su tradicional “Toro de la Vega”, un polémico festejo al que las organizaciones animalistas pretenden poner fin. Al igual que en esta localidad castellana, en España hay otros muchos pueblos en los que el maltrato animal centra la actividad durante sus festividades.



Ayer, como todos años en el primer martes posterior al 8 de Septiembre, día de la festividad de la Virgen de la Guía, la localidad española de Tordesillas, provincia de Valladolid (Castilla-León), vivió el día grande de sus fiestas. El elemento central de la celebración es el festejo del conocido “Toro de la Vega”, un acontecimiento en el que un toro bravo ejerce de obligado protagonista. A las 11 de la mañana, el astado, que en esta edición llevaba por nombre “Aflijido” (error ortográfico incluido), es soltado por la calles de la pequeña localidad castellana. Tras cruzar el puente medieval sobre el río Duero, llega a una zona de prados donde es recibido por más de doscientas personas que, a pie o a caballo y armados con lanzas, tratan de poner fin a su vida.

El avezado lancero que consiga tumbar al animal se gana el derecho a mostrar el rabo de este en la punta de su lanza mientras el pueblo le rinde honores. Una costumbre que recientemente ha sido dulcificada, ya que hasta hace pocos años también se ganaba el derecho a cortar y mostrar de igual manera los testículos del toro. Ayer, este honor lo conquistó Oscar Bartolomé, alias “el Zamorano”, que lo hace por segunda vez y con el mérito de hacerlo a pie, sin montura. “Me siento como Cristiano Ronaldo” declaró el orgulloso lancero.

Este festejo está salpicado por la polémica desde hace años, ya que es el centro de las iras de las organizaciones ecologistas y animalistas. De hecho, el Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (PACMA) ha desarrollado una campaña específica contra el “Toro de la Vega” que, bajo el lema “Rompe una Lanza”, pretende abolir totalmente esta celebración. Para ellos, “infligir sufrimiento a los animales por diversión es un hecho rechazable”. Hasta hace poco tiempo desarrollaban acciones de protesta el mismo día del festejo en Tordesillas, pero las amenazas de los lugareños acabaron por obligarles a trasladarlas a otras fechas o lugares.

Así todo, los animalistas, de una u otra manera, consiguen estar presentes en Tordesillas. Los participantes en el torneo impiden que las televisiones tomen imágenes del momento más cruel del festejo, aquel en el toro agonizante es finalmente sacrificado y mutilado, no siempre en este orden. Pero estas imágenes consiguen ser grabadas por algún activista de incógnito, con el fin de mostrar la brutalidad del momento. En esta ocasión, denuncian que “Aflijido” agonizó durante más de 20 minutos, ya que los lanceros nos disponían de descabello y tuvieron que intentar apuntillarlo con las propias lanzas, destornilladores o cualquier otro elemento punzante a mano.

Casi todos los años hay algún tipo de incidente entre defensores y detractores del festejo. En esta edición, en el momento en que el toro llegó al lugar de su fatal destino, una activista animalista roció a los lanceros con gas irritante, a lo que estos contestaron con piedras y persecución hasta que fue detenida por efectivos de la Guardia Civil.

Los defensores del festejo se agarran a la tradición para perpetuar el “Toro de la Vega”. Según dicen, el festejo se remonta a 1355, año en el que Pedro I de Castilla, apodado “el Cruel”, instituyó el torneo para celebrar el nacimiento de su hija Isabel. Otro argumento muy común es el económico, ya que el festejo atrae hasta 50000 personas a una localidad que únicamente cuenta con 9000 habitantes.

La realidad es que, a pesar de la polémica, el “Toro de la Vega” es un ritual protegido ya está declarado Fiesta de Interés Turístico por el gobierno estatal desde 1980. Es más, el Ayuntamiento de Tordesillas pretende que la UNESCO lo declare Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, con el fin blindar la celebración frente a una eventual prohibición.

TOROS, CABRAS, PATOS...

El “Toro de la Vega” puede que sea el espectáculo basado en el maltrato animal más polémico de la actualidad, pero no el único. No podemos obviar la llamada Fiesta Nacional: las corridas de toros. Un espectáculo que, a pesar de vivir tiempos de franca decadencia, sigue siendo una actividad económica de relevancia. Una decadencia en la que influye una cada vez más profunda y activa conciencia ciudadana en defensa de los derechos de los animales, que ha conseguido que dos comunidades autónomas (Islas Canarias y Cataluña) prohíban su celebración, junto con un buen número de ayuntamientos.

Pero hay muchas otras fiestas en las cuales el maltrato al toro centra la celebración. En diversos pueblos del levante español se celebran festejos con toros embolados, consistentes en soltar por la calles de la localidad un astado al que se le han insertado unas bolas ardientes en los pitones. Por lo general, el animal acaba ciego y con graves quemaduras en su cara.

En el toro enmaromado de Benavente, provincia de Zamora (Castilla-León), al morlaco se le ata una soga en las astas con la que se le guía por las calles de la ciudad. Y en Coria, provincia de Cáceres (Extremadura), al toro se le hace recorrer el recinto amurallado de la ciudad mientras se le lanzan gruesos alfileres, causando gran júbilo entre el público cuando uno de estos impacta en ojos o testículos.

La lista de agravios al toro podría continuar largamente, pero hay más especies animales que sufren las crueles ocurrencias de festejos de escaso gusto ético y estético. En Cazalilla, provincia de Jaén (Andalucía), tiran una pava desde lo alto de un campanario. Muy polémica fue también la celebración de Manganeses de la Polvorosa, provincia de Zamora, donde el animal arrojado desde el campanario era una cabra, festejo que finalmente fue prohibido. En Sagunto, provincia de Valencia, este verano han recuperado la competición de los “Patos al Agua” tras algunos años de prohibición. El festejo consiste en lanzar gran cantidad de patos a las aguas del puerto, los cuales deben ser atrapados a mano por los participantes en el concurso. Igualmente, pollos, conejos, burros y otras especies sufren diferentes tipos del maltrato en otras muchas festividades.

Estos son sólo algunos ejemplos de la raigambre que el maltrato hacia los animales tiene en la cultura popular española. Unas costumbres que nos retrotraen a tiempos no tan lejanos, en los que España era uno de los países más atrasados de Europa y en los que las capas populares, especialmente las de origen agrario, vivían sumidas en el subdesarrollo cultural. Unos espectáculos que son parte de la España de hoy, pero que difícilmente concuerdan con la imagen de desarrollo y modernidad que España tratar de promocionar en el mundo.

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