Ayer, en el Teatro Filarmónica de Oviedo, tuve el honor de asistir a la representación de la obra “Utopía” a cargo de bufón italiano Leo Bassi. Un bufón en toda la extensión de la palabra, no hay otra manera de definir a esta persona de tan baja, pero urgullosa, estirpe. Para desinformados y desinformadores, aclaro... el termino bufón no es un insulto en la persona de Leo Bassi, ni debería serlo aplicado a cualquier otra persona. Más bien se trataría de todo un elogio a la inteligencia y la valentía de aquel que, desde la base de la pirámide social, es capaz de analizar, desentrañar, criticar y luchar contra el orden establecido mediante la risa y la mofa. Y todo ello, nada más y nada menos, que situado frente al poder omnímodo que puede acabar con uno en un instante.
Así eran los antiguos bufones cortesanos y así es Leo Bassi. De ahí que el ultracatolicismo y la ultraderecha españoles, puntas de lanza de poderes más sombríos, vean en él la mismísima representación del mal, la herejía y la blasfemia, contra la que vale la pena luchar hasta la consecución del silencio, la cárcel o incluso la muerte. Tan es así que el arte irreverente de este genio italiano es contestado con amenazas, denuncias y hasta bombas.
La obra de ayer es una crítica feroz a la realidad actual y un llamado a la conciencia de los “bassis” del mundo a la rebeldía, al optimismo y a la esperanza en un mundo mejor. Un ataque total y sin condiciones al capitalismo imperante que ha creado la peor crisis económica de su historia y lleva al planeta a la destrucción medioambiental. Pero también es una crítica al conjunto de la izquierda, que es incapaz de ganar posiciones en un momento histórico en el cual debiera estar llamada a pelearle el poder a las grandes corporaciones transnacionales. Bassi achaca esto a que hemos perdido la “pasión”. No creo que la falta de pasión será la única causa, posiblemente ni siquiera sea la más importante, pero seguro que algo de ello hay. Quizás porque los “bassis” del mundo desarrollado nos creamos que ya no somos tal.
Leo Bassi aprovecha el espectáculo para hacer un pequeño homenaje a sus antepasados. Toda una saga familiar de bufones obreros e internacionalistas que se remonta a mediados del siglo XIX. Y, no podía ser de otra manera, la mejor forma de honrarles es honrando a su propio apellido, cuyo significado no es otro que “el de abajo”. Y como los “bassis” del mundo, los de abajo del mundo, tenemos que utilizar todos los medios a nuestro alcance para la lucha, queda claro que estamos ante una obra que es un arma de acción política.
La forma con la que Bassi aborda la realidad es una bocanada de aire freso. Muy recomendable para todo aquel que abandone las estrecheces de miras y esté dispuesto a reírse de si mismo y de sus altares, sean cuales sean estos. En este caso, la España cañí de crucifijos, yugos y flechas no verá más que otra obra irreverente y blasfema. Sin embargo, lo que ayer yo he visto, y que a buen seguro también sabrán apreciar los de esta mi baja y orgullosa estirpe, era más bien una crítica a una izquierda incapaz de reaccionar ante lo que está pasando. En definitiva, una invitación a reflexionar y a luchar.
Herejía, blasfemia, irreverencia, violación de lo sagrado... Cuantos vocablos y sus contundentes conceptos fue creando la iglesia para acusar a todo aquellos que osaban simplemente criticar, porque ir más allá era acabar como morcilla en barbacoa, a quienes han ostentado por designación divina ser los depositarios de la única e indiscutible verdad. Por eso les era tan natural matar al disidente. Porque Dios es dueño de la vida, ellos son los genuinos representantes de Dios y por lo tanto, en su nombre, disponían de la vida de los demás.
ResponderEliminarBravo por Leo Bassi y su mordaz crítica. Y al que le pique, que se rasque.
Saludos.
Muy buena reflexión!!!
ResponderEliminarUn saludo