Uno tras otro los gobiernos de toda Europa aplican el mismo recetario contra la crisis. Instalados ciegamente en el paradigma neoliberal son incapaces de vislumbrar la más mínima posibilidad de alternativa a los dictados de la oligarquía financiera. Aquellos quienes crearon la actual crisis pretenden imponer sus recetas a los pueblos europeos a través de los respectivos gestores gubernamentales.
Lo mismo sucede en España, donde la política neoliberal es la única salida que el gobierno Zapatero es capaz de ofrecer. Así, los recortes sociales han tenido su más alto logro en el brutal saqueo de las pensiones. Y ahora se prepara el asalto a uno de los últimos resquicios de control financiero por parte del Estado. La privatización de las cajas de ahorro será una claudicación más que apuntalará el gobierno privado sobre la economía española.
El discurso neoliberal se nos presenta como el único viable, al respecto del cual caben poco más que matizaciones sobre las que se modela una farsa de confrontación política de los candidatos a gestionar el Estado neoliberal. Pero existe alternativa sobre la que construir un modelo económico basado en principios radicalmente diferentes, en definitiva, sobre la que comenzar a construir el porvenir socialista.
El grado de deterioro al que ha llegado la economía mundial es fruto del descontrol generado por un sistema financiero basado en la rapiña voraz. La única manera efectiva de acabar para siempre con este modelo es poner los mecanismos financieros al servicios de los intereses del pueblo. Por ello, la apuesta por la nacionalización de la banca hoy es más urgente que nunca, como primer paso para la transformación de los pilares de la economía.
No nos confundamos con posibles estatizaciones parciales y/o temporales que algunos Estados han llevado a cabo en estos tiempos de crisis. Su único fin es sanear con dinero público las deudas privadas de la oligarquía, para después devolver el control. Nos referimos a una nacionalización que ponga los recursos financieros del país a trabajar planificadamente en el desarrollo de todos los sectores productivos en pro del bienestar general.
Es evidente que esta medida es incompatible con la permanencia en la estructura imperialista de la Unión Europea, cuyo desmantelamiento es imprescindible para que los pueblos de Europa recobren su soberanía. Y en paralelo con la banca, deberán nacionalizarse los sectores estratégicos que permitan definir el futuro desarrollo de la economía del país. El amplio control del transporte, la energía y la comunicación son la base sobre la que ha de comenzar a erigirse una política económica planificada que nos aparte del descontrol de los mercados. Sólo será un comienzo pero habremos empezado a transitar por una vía hacia el socialismo.