Muchos artículos parecidos a
este comenzarán diciendo que hoy el mundo del fútbol se ha despertado con un
fortísimo golpe… y tendrán razón. Otros muchos, elaborados desde escritorios más
cercanos al mio, abrirán describiendo el shock que hoy ha llevado el
sportinguismo… y también tendrán razón. Pero todos ellos se quedarán lejos de
describir lo que hoy ha pasado, como también se quedará este. Independientemente de la afición por el fútbol
o por el Sporting, de todas aquellas personas que hayan oído hablar alguna vez
de Manolo Preciado, esta mañana sólo han podido dejar de conmoverse aquellas
cuyos corazones estén exentos de toda sensibilidad. Por ello, hoy muy pocas
personas en este país no se han conmovido al escuchar la triste noticia.
El
fútbol ha sido muy injusto con Manolo Preciado. Pero no importa, seguro que a
él tampoco le importaba en exceso, porque lo realmente trascendente es lo
injusta que le ha sido la vida. El fútbol no le trajo grandes éxitos ni como
futbolista ni como entrenador, pero la vida le trajo infinidad de desgracias.
Un cáncer se llevó a su mujer en 2002, un accidente de tráfico a su hijo menor
en 2004 y un absurdo atropello a su padre hace poco más de un año. Y ahora, con
sólo 54 años, deja una madre que, como él, ve irse a un hijo, un hijo que ha tenido que ver como toda su familia
desaparece muy antes de tiempo y una esposa con la que contraía matrimonio recientemente.
Su vida ha sido muy injusta y el fútbol nos ha permitido conocérsela y conocerlo a él. Precisamente, esa vida injusta ha conformado la personalidad de Manolo Preciado, enseñándole (y enseñándonos) lo muy de paso que estamos aquí y cuáles son las cosas importantes en este breve lapso de tiempo en el que pasamos por ella. Así, no ha de sorprendernos que hablara como hablara y dijera las cosas que decía. Si es que al fútbol le damos más importancia de la que tiene y él lo sabía. Y por muchos títulos que uno pueda llegar a acaparar en la élite futbolística, el que es un canalla seguirá siendo un canalla.
En Gijón, Manolo Preciado se convirtió en uno de los técnicos más mediáticos del fútbol español. En Gijón, devolvió la esperanza a un club que estaba hundido económica, deportiva y anímicamente. Y en Gijón, consiguió ser querido como pocos técnicos han conseguido serlo en el Sporting, incluso entre sus detractores. Porque Manolo Preciado era lo que aquí llamamos un “paisano”, que se enfrentaba con el técnico del Real Madrid en las televisiones de todo el planeta y 5 minutos más tarde te lo encontrabas en una sidrería de barrio tomando una "botellina" como si de uno más se tratara… porque él era y quería ser uno más.
No puedo decir que conociera profundamente a Manolo Preciado, ni mucho menos, pero en varias ocasiones me lo encontré en esa situación. Siempre accesible y siempre dispuesto a intercambiar algún comentario sobre el Sporting, el fútbol o la vida. El día que coincidí con él por última vez fue en uno de sus rincones favoritos de Gijón, la sidrería El Chaflán de su buen amigo Víctor. Yo cumplía 35 años y él me regaló su cercanía y su felicitación. Es un orgullo por el que muchos seguramente me envidiarán. Sí, puedo decirlo: yo estuve con esa gran persona, yo conocí a Manolo Preciado.
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